el semáforo


esa vez yo soy poeta, me parece,
mi corazón una esponja
que yo hago bucear en el jabón de un cubo
y luego, en el semáforo,
limpio el capó de los autos,
automóviles caros y rojos
que trae l'Eixample llenos de gente.

a veces un rostro sonríe tras el parabrisas
y yo sonrío dando brillo al capó
lleno de sol
agradecido y pobre
y a veces un euro en mi mano mierdosa
y otras veces sólo una sonrisa
que se eterniza en una pompa de jabón,
qué brillante es un coche enjabonado que gira
y se pierde en la carretera soleada
en Barcelona y en otros sitios,
tan limpio y yo lamentablemente servil
qué mugrosas las rodillas
y el corazón espumoso goteando en las manos
qué mugroso y pobre y agradecido
como un trabajador de los de antes.

con el sudor de mi enfrente
me ganó la vida una y mil veces.

digo imbécil y bueno a mucha honra,
así me educaron papá y mamá

una vez soy poeta, creo,
en el semáforo
y tú miras una vez desde detrás del parabrisas
y no tienes calderilla tienes billete
pero sí sonrisa
pero sí un coche rojo brillante
lleno de sol
y me miras desde detrás del parabrisas
como si quisieras limpiarme el auto que no tengo
y abres de tu coche la puerta roja
llena de sol
en Barcelona y en otros sitios
y aunque no quieres bajar ni yo subir
ambas cosas suceden allá en el semáforo
me limpias con tu esponja las rodillas
mientras la brillante caravana
pita enfurecida

a mí.

esa vez, creo,
eres buena con el tipo del semáforo
y eso basta para ensuciarte el vestidito rojo
echarlo al traste
y hacer brillar llena de sol
una esponja mugrosa
en Barcelona y en otros sitios
y esa vez te amo
y luego te amo siempre
y te limpio el vestido con el corazón.



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