El Verbo
“Hasta que tú y yo seamos olvidados
e inertes e insensibles estemos, como la lápida
desmoronada que diga que ya no volveremos a ser nunca”
Lord Byron.
Antes de que ardan todos los bosques
he de concluir este monólogo furioso
que comenzó en la época de los templos de oro,
cuando leíamos juntos las estrellas
y arrebatábamos profecías a la noche.
“Hemos derramado sangre en los desiertos orientales
y lágrimas en los valles del Indostán.
Hemos girado en sentido contrario al viento,
¡Oh amor mío!
¡Propagado el fuego por la superficie del mundo!
¡Tú y yo,
hemos incendiado ángeles en cada orgía!”
Han sido escritos ya todos los libros,
talladas las palabras necesarias
y construida la filosofía hasta alcanzar
el fondo de las simas más profundas.
Nada queda excepto acallar las voces del pasado,
hemos de apagar dulcemente todas las velas que encendimos
cuando solamente niños habitaban las cuevas.
Antes de que ardan todos los bosques:
desnudémonos bajo los sauces,
hagamos el amor salvajemente sobre la hierba,
contaminemos los ríos con nuestra piel muerta.
Hemos tenido media eternidad para aprender a hacernos daño
y la otra media para corrernos sobre las heridas provocadas.
Por favor, muéstrame tu cuerpo blanco una vez más,
deja que pierda la razón para siempre,
que me rompa el alma mirándote,
que sufra el tormento de la carne por última vez,
que haciéndote llorar de puro éxtasis
concluya este monólogo furioso,
antes,
amor mío,
de que arda el último bosque.
Álex Portero, La próxima tormenta (Inédito)