Retrato de un hilo, de Francisco Javier Irazoki


ORACIÓN NEGRA


En mi calle vive el mendigo
que recoge en su voz
las heridas de los hombres que pasan por su lado.

Nuestro dolor desciende
a las botellas que él apura
y, cuando la tarde termina,
el mendigo bate los harapos,
se pone de pie en la acera mojada
por una lluvia acre
e inicia la plegaria negra:
un canto que era el río
creado por los transeúntes.

La oración del mendigo
está entreverada de ironías y blasfemias,
y se impone a los ruidos de la noche.
Llega a los edificios altos
y se cuela por las últimas ventanas.

A la mañana siguiente,
la nieve sucia del canto cuelga de los alambres
y ha cuajado sobre los coches,
y en los sorbos de café pervive
su punzada.

**

RESURRECCIÓN INCONSCIENTE


En el patio de vecindad,
un coche fúnebre con las puertas abiertas.

No sé quién ha muerto.

Paso las horas
a la espera de que aparezcan
los vecinos amenazados por el adiós.
Espío el desfile de hombres, mujeres y niños
que caminan con indiferencia cotidiana,
absortos, impasibles o risueños,
pero que ante mí exhiben
la señal de los supervivientes.

Mi mente cose
sus impecables trajes, deshilachados
por una garra oscura.

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