latido


Hay atrás de aquí, allá donde tanto salgo a diario a salirme de todo, un callejón que hace mucho tiempo perdió su uso. Bajo un viejo farol sin su bombilla acallado, una corta acera de balsosas quebradizas y quebradas que termina su curso en un pequeño patio de tierra donde hoy crecen cenicientos los plataneros. Por entre el cemento, entre baldosa y baldosa gris, se abren camino pequeños brotes verdes y brillantes como imposibles aguas de desierto. No sé, mi niña, hoy quiero decirte tantas cosas cuando no estás aquí, ni atrás de aquí, sino tan lejos.

Esa preciosa hierba de esa quebrada acera que no va a ninguna parte. Cuando tomas mi mano en nuestro lecho cuando la luz se ha ido y sonríes, tan poco, pero sonríes.



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