Marguerite Duras: Escribir.
Tusquets editores, Fábula. Traducción de Ana Mª Moix.
Solía leer a Duras en periodos de exámenes. Aquella biblioteca con volúmenes al alcance de la mano invitaba a la lectura. Era fácil hallar mesa y consumirlos in situ, sin mediar préstamo alguno. Sus obras, consumidas como sándwiches durante las pausas de estudio, me aportaban bastante más que los apuntes universitarios.
Duras. Portentosa madame de lo escueto que esparce su prosa a dentelladas. Hermana en nombre y casta de otra gran Marguerite, Yourcenar.
Un escritor «es algo extraño, una contradicción, un sinsentido». Cuando se extrae todo de uno mismo —todo un libro—, se vive una soledad que no se comparte con nadie, una locura que a veces no se ve, sólo se presiente. Escribir es un «delirio personal» que casi nada detiene.
Duras rechaza las obras sin «poso alguno, sin auténtico autor,sin noche». La verdadera escritura se incrusta en el pensamiento y habla del duelo profundo de la vida. Se escribe con la desesperación y desde la duda. «La duda es escribir».
Escribir es enfrentarse a lo desconocido: «antes de escribir no sabemos lo que vamos a escribir». Pero escribir también es callarse, «aullar sin ruido». Atreverse a gritar es aceptar el precio de la soledad.
Silencios lúcidos, venenosos espasmos.
Al terminar, podemos volver a respirar.