Escena única. Es la habitación de una escritora. Se vislumbran agujas de sol apenas borroneadas.
Nombre: ¿Me buscabas?
Persona: Acá se viene a morir junto con la piel, te llamé para dar color a mi lápida.
Nombre: (haciendo un ademán de reverencia) A tus órdenes, carne.
Persona: No soy solamente carne. Soy carne y huesitos atragantados. (se sienta frente a la máquina de escribir a contar silencio)
Nombre: ¿Y qué vas a decir sobre tu identidad?
Persona: No tengo. Por eso escribo. Por eso los escritores nombran el silencio. Quieren poemas universos, pero a cambio reciben una muerte inyectable.
Nombre: Yo podría decirte mientras tus manos lloran. Y después, en tu lápida, habrá una flor que casi siempre estaría renovándose.
Persona: Me gustan las fresias. (suspira, deja de escribir. ahora se pone de frente a Nombre)
Nombre: ¿El amor? ¿Lo escribiste?
Persona: Lo hice. Y lo puse a llorar.
Nombre: Está bien. ¿Ya querés morirte? ¿O vas a decir algo más?
Persona: Si mis manos lloran junto con mi amor, eso significa—
Nombre: (interrumpiéndola) Significa que tu lápida es un poco menos miserable.
Se escucha el deletreo de Nombre hacia Persona. Se cierra el telón.