Thomas tiene una intuición musical y un oído privilegiado; con frecuencia, se inspira en los ritmos derivados de las baladas. El ritmo y la tradición oral celta los combina con un sentido muy visual de lo poético. También podemos apreciar en algunos de los poemas la influencia de los caligramas franceses.
El poeta tiene una sensibilidad imaginativa y metafórica extraordinaria, con imágenes poderosas, concretas y visuales, a la vez que misteriosas, simbólicas y, frecuentemente, desconcertantes. Esto hace que el asunto central del poema sea, a menudo, muy difícil de concretar.
El poeta se deja llevar por el valor fónico y simbólico inmediato de la palabra, sacrificando, a veces, el sentido general, así como la corrección sintáctica y gramatical. La base del poema, pues, se funda en una serie de imágenes que se superponen, y no en una historia ordenada. Pocas veces tiene el lector la idea clara y precisa de lo que el poeta quiere decir. Hay que señalar que su poesía es eminentemente sensorial, incluyendo un sentido de lo sagrado y lo litúrgico que emana del conocimiento que el poeta tiene de la realidad. Como celta que es, para él la naturaleza está dotada de multitud de significados mágicos y misteriosos. El contacto con ella supone un acto de conocimiento.
La visceralidad, en general, impregna los temas fundamentales de los poemas, de los que me gustaría destacar los siguientes :
- Los recuerdos de la infancia y el contacto con la naturaleza.
- La juventud, la plenitud, el amor.
- La relación hombre-mujer
- El sexo, el cuerpo.
- El nacimiento.
- El deseo y la pasión.
- La plenitud, la satisfacción, la culminación.
- La insatisfacción, el desengaño, el envejecimiento, la muerte.
El yo y un cierto sentido exhibicionista del mismo está siempre presente. Podríamos establecer cierta similitud en este sentido con la multisensorialidad de D.H. Lawrence. Muestra, en cualquier caso, toda la fuerza vital y oral de un celta cultivado.
En mi opinión, no se puede, y desde luego, no se debe, leer la poesía de Dylan Thomas con un sentido excesivamente académico. Es una poesía que sólo compromete a áquel que quiere sentirse cómplice de un discurso ricamente impregnado de los humores de la vida y de la víscera. No es virginal ni inmaculada. Es plenamente impura, como el pulso mismo del poeta, que tiene la frescura de la sorpresa que produce el simple milagro de estar vivo.
Thomas era un hombre impulsivo, de sangre caliente, propenso a apurar el momento inmediato, aún a riesgo de caer en el exceso. No se ahorraba. Para él la poesía era emanación natural de su propia experiencia arrebatada.
Thomas tiene también la pretensión de ser un poeta memorable en un triple sentido de :
- Escribir de memoria porque recuerda, porque construye los poemas mentalmente. Es un bardo nato.
- Los poemas están escritos para ser recitados. A él le encantaba hacer lecturas públicas. Juglar y trovador al mismo tiempo.
- Pretende que su poesía sea memorizable, por eso utiliza con profusión las formas fijas.
Me gustaría subrayar también que su poesía ecos de una nostalgia, de una especie de inocencia o paraíso perdido. Hay como un deseo inalcanzable de pureza. Es, en cualquier caso, la poesía lo que nos salva de esta imperfección fragmentada que constituye la peripecia humana. A la palabra se le confiere el valor litúrgico de purificar el acto.
Los niveles de ambigüedad significativa, sobre todo en la adjetivación y en las formas verbales activas, así como en el sentido libre y flexible de la sintaxis, puede agotar la paciencia del lector y una difícil traducción. Por último hay que resaltar que toda su poesía está impregnada del eterno mito de Eros y Thánatos, como su propia vida. Jugar y coquetear con la muerte mientras uno está vivo, como para conjurarla, para tratar de vencerla. Dylan Thomas sabía bien que lo único que sobrevive a la muerte es la palabra. Por eso dedicó su corta vida a confeccionar el legado de su obra.
Rebelde hasta la obstinación, poeta incapaz de adoptar una norma de vida, destruido por el alcohol murió, recitando su última frase, en la cama de un hospital de New York, con tan sólo treinta y nueve años ; " He tomado dieciocho whiskies seguidos, creo que es un buen record ".
LA MANO QUE FIRMÓ EL PAPEL
La mano que firmó el papel, arrasó una ciudad;
cinco dedos soberanos tasaron el aliento,
duplicaron la cifra de muertos, dividieron un país;
estos cinco reyes hicieron rey a la muerte.
La poderosa mano lleva a un hombro caído,
La poderosa mano lleva a un hombro caído,
las cinco articulaciones rezuman tiza;
una pluma de ganso ha puesto fin al homicidio,
que puso fin a las conversaciones.
La mano que firmó el tratado engendró una fiebre,
que puso fin a las conversaciones.
La mano que firmó el tratado engendró una fiebre,
y creció el hambre, y vinieron las langostas;
Grande es la mano que ostenta el dominio
Grande es la mano que ostenta el dominio
sobre el hombre con garabateado nombre.
Los cinco reyes cuentan los muertos, pero no alivian
la costra de la herida, ni acarician mejillas;
Una mano gobierna la piedad, como otra gobierna el cielo;
Los cinco reyes cuentan los muertos, pero no alivian
la costra de la herida, ni acarician mejillas;
Una mano gobierna la piedad, como otra gobierna el cielo;
las manos no tienen lágrimas que derramar.
X
XX
VISIÓN Y PLEGARIA ( fragmentos)
Quien
eres tú
tú que naces
en el cuarto vecino
tan patente en mi cuarto
que alcanzo a oír el vientre
cuando se abre y la sombra que avanza
sobre el fantasma y el hijo que desciende
tras la pared delgada como un hueso de jilguero
en el cuarto sangrante del nacimiento oculto
para el incendio y el girar del tiempo
la huella del corazón humano
no venera el bautismo
sino la sola sombra
cuando bendice
a la salvaje
criatura
(...)
Vuelvo la esquina de la plegaria y ardo
en una bendición del repentino sol
en nombre de los condenados
me volvería o correría
a la escondida tierra
pero el sonoro sol
purifica
el cielo
Alguien
me encuentra
Oh dejadlo
que me abrase y me ahogue
dentro de su herida terrena
Su relámpago contesta mi llanto
mi voz arde en su mano
ahora estoy perdido en Aquel que enceguece
y al fin de la plegaria se oye el clamor del sol
(...)
Diablo Encarnado
Diablo encarnado en una serpiente balbuceante,
Las planicies centrales de Asia fueron tu jardín,
En tiempo corpóreo el círculo fue despertado,
Tocando la hirsuta manzana en las formas del pecado,
Y Dios caminando por allí, como un guardián con su lira,
Tocaba su perdón desde las colinas del cielo.
Las planicies centrales de Asia fueron tu jardín,
En tiempo corpóreo el círculo fue despertado,
Tocando la hirsuta manzana en las formas del pecado,
Y Dios caminando por allí, como un guardián con su lira,
Tocaba su perdón desde las colinas del cielo.
Cuándo éramos extraños por los guiados mares,
Una media luna artesanal, santa, colgada en las nubes,
Los sabios me dicen que aquel jardín de los dioses
Conjuraba el bien y el mal en un árbol oriental;
Que cuando la luna se alzaba en la brisa virginal
Era negro como la bestia y más pálido que la cruz.
Una media luna artesanal, santa, colgada en las nubes,
Los sabios me dicen que aquel jardín de los dioses
Conjuraba el bien y el mal en un árbol oriental;
Que cuando la luna se alzaba en la brisa virginal
Era negro como la bestia y más pálido que la cruz.
En el jardín conocimos a nuestro guardián,
En las aguas sagradas que no se congelan en invierno,
Lo sentimos en las poderosas mañanas del destierro
Vimos el infierno en un cuerno de sulfuro, el mito eterno,
Todo el cielo en la medianoche del sol,
Y una serpiente con su música en las formas del tiempo.
En las aguas sagradas que no se congelan en invierno,
Lo sentimos en las poderosas mañanas del destierro
Vimos el infierno en un cuerno de sulfuro, el mito eterno,
Todo el cielo en la medianoche del sol,
Y una serpiente con su música en las formas del tiempo.
X
XX
Antes que llamara y la carne me abriese...
Antes que llamara y la carne me abriese,
que mis líquidas manos golpearan en el vientre,
yo, que era entonces informe como el agua
que formaba el Jordán junto a mi casa
era hermano de la hija de Mnetha
y hermana del gusano que gestaba la vida.
Yo que era sordo ante la primavera y el verano,
que no sabía los nombres de la luna y el sol,
ya sentía el latido bajo la armadura de mi carne,
aunque existía sólo en forma de infusorio,
veía las plomizas estrellas, el martillo lluvioso
que mi padre balanceaba en su cúpula.
Conocía el mensaje del invierno,
los dardos del granizo y la nieve pueril
y el viento era mi hermana pretendiente;
en mí saltaba el viento, el rocío infernal;
y mis venas fluían con los climas de oriente;
antes que me engendraran supe el día y la noche.
Antes que me engendraran ya por cierto sufría;
el potro de tortura de los sueños
enroscaba mi osamenta de lirio
en una cifra viva,
la carne era cortada para cruzar los bordes
de las horcas en cruces sobre el hígado
y las zarzas de los cerebros estrujados.
Mi garganta conocía la sed antes de la estructura
de vena y piel alrededor del pozo
donde palabras y agua se entremezclan
sin pausa alguna, hasta pudrir la sangre,
mi corazón conocía el amor, mi vientre el hambre;
al gusano yo olía entre mis propias heces.
Después el tiempo envió a mi mortal criatura
a derivar o ahogarse en los océanos
habituados a la aventura de la sal
en las mareas que jamás tocan las orillas.
Yo que era rico, me hice más rico aún
sorbiendo poco a poco el vino de los días.
Nacido del espectro y la carne, no era espectro
ni hombre, sino espectro mortal.
Y luego me abatió la pluma de la muerte.
Fui mortal hasta el último suspiro prolongado
que llevó hacia mi padre
el mensaje de su agónico cristo.
Tú que te inclinas en la cruz y el altar
acuérdate de mí y apiádate de Aquel
que mi carne y mi sangre tomó por armadura
y llegó a traicionar el vientre de mi madre.
Antes que llamara y la carne me abriese,
que mis líquidas manos golpearan en el vientre,
yo, que era entonces informe como el agua
que formaba el Jordán junto a mi casa
era hermano de la hija de Mnetha
y hermana del gusano que gestaba la vida.
Yo que era sordo ante la primavera y el verano,
que no sabía los nombres de la luna y el sol,
ya sentía el latido bajo la armadura de mi carne,
aunque existía sólo en forma de infusorio,
veía las plomizas estrellas, el martillo lluvioso
que mi padre balanceaba en su cúpula.
Conocía el mensaje del invierno,
los dardos del granizo y la nieve pueril
y el viento era mi hermana pretendiente;
en mí saltaba el viento, el rocío infernal;
y mis venas fluían con los climas de oriente;
antes que me engendraran supe el día y la noche.
Antes que me engendraran ya por cierto sufría;
el potro de tortura de los sueños
enroscaba mi osamenta de lirio
en una cifra viva,
la carne era cortada para cruzar los bordes
de las horcas en cruces sobre el hígado
y las zarzas de los cerebros estrujados.
Mi garganta conocía la sed antes de la estructura
de vena y piel alrededor del pozo
donde palabras y agua se entremezclan
sin pausa alguna, hasta pudrir la sangre,
mi corazón conocía el amor, mi vientre el hambre;
al gusano yo olía entre mis propias heces.
Después el tiempo envió a mi mortal criatura
a derivar o ahogarse en los océanos
habituados a la aventura de la sal
en las mareas que jamás tocan las orillas.
Yo que era rico, me hice más rico aún
sorbiendo poco a poco el vino de los días.
Nacido del espectro y la carne, no era espectro
ni hombre, sino espectro mortal.
Y luego me abatió la pluma de la muerte.
Fui mortal hasta el último suspiro prolongado
que llevó hacia mi padre
el mensaje de su agónico cristo.
Tú que te inclinas en la cruz y el altar
acuérdate de mí y apiádate de Aquel
que mi carne y mi sangre tomó por armadura
y llegó a traicionar el vientre de mi madre.
X
XX