alejandro zenker |
Abro las piernas con el único fin
de que me brindes una muerte
decente, arrojes soles a mi noche o
grites fuerte, fuerte, fuerte,
para quebrar mi autismo de años.
Separo las manos hacia los
costados, alabando el pecado y
el dolor. Y son tus dedos los que alimentan
mis entrañas hambrientas y tus cabellos los
que rozan mis labios secos.
Rezo y gozo sin aire casi, susurrando con mi
lengua antes, la forma del pájaro y la flor.
Muero finalmente como deseaba, sabiendo
que el fracaso narcotizado ya no es,
sólo existe, el amor.
*