detener el tiempo



Barajar y empezar de nuevo. De cero. Dejar atrás los miedos, el pánico idiota y cruel que destruye para expandirme en la belleza. Extenderme en un campo de fresias para que mi cuerpo se perfume mientras ama algunas tardes y también, todas las noches.
Siempre lo pienso cuando no estamos juntos. Podría decir que es la hermosura dulce de los sentimientos. Sentir sus manos besarme o sus ojos protegerme a pesar de la distancia que, por suerte no es lejana. Escapar de la guerra oscura; aquella que mata esperanzas o quema las pestañas cuando se desea evitar las balas.
Así, mientras el mundo afuera se cae, nosotros nos adoramos sin pausa, de manera frenética y salvaje pero también poética, sin enterarnos que los proyectiles nos peinaban los cabellos. Después de días de tormentas ácidas -que nunca tuvimos conocimiento- supimos que el amor puede detener el tiempo y hacer que los instantes fugaces sean, eternos.
Se puede. Sí. Atravesar laberintos negros, quebrar espejos distorsionados y habitar jardines cubiertos de flores amarillas. Hacer de nosotros héroes inmaculados de poemas perfectos. 







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