Lo que tienen los vuelos de más de diez horas es que te das cuenta de que el mundo se divide entre los que duermen con la boca cerrada y los que lo hacen con la boca abierta. Yo pertenezco al segundo grupo y siempre pienso que medio avión se va a reír de mi cara de estúpido. Es una sensación incómoda despertarte y cerrar la boca al instante, avergonzado. Hoy mismo he sentido envidia de la señora que iba delante de mí. Ella, dormida, parecía un ángel. Yo, en cambio, un fistro.
Adriana
Me pasa exactamente lo mismo, es horrible, yo trato ir en la ventana y dormirme hacia ese lado para que no me vean.