lara gasparotto |
Quizás Hiroshima explote una noche en la cual mis manos estarán azules de la nostalgia para volverse amarillas ámbar perfumando el cielo raso de una habitación con sábanas blancas que, se mancharan y un suelo amaderado donde arrojaremos las ropas con calma pero también, plagados de deseo.
Yo leeré a Sbarra mientras él acariciará mis labios con la yema de sus dedos incendiando los besos y así perecer los mismos entre las páginas.
La luna atravesará la ventana sin cristales bendiciendo a los cuerpos que, mutaran a terciopelo o quizás poemas o lápidas de un cementerio inundado de orquídeas y mariposas negras que, quedarán tatuadas para siempre en la eternidad de los sentimientos amables pero ante todo: ciertos.
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