La bruja buena del Norte -¿acaso hay brujas malas en el Norte?-, le sugirió la senda a Margarita.
Para llegar a la Ciudad Esmeralda, debía seguir el camino de baldosas amarillas, eso sí, sin quitarse nunca los zapatos rubí que calzaba la bruja mala del Este, recientemente fallecida por el impacto de una casa que le cayó encima..
Sabiendo que a las brujas, ya sean buenas o malas, del Norte o del Este, nunca hay que hacerles caso, Margarita -quien para este cuento eligió cambiar su nombre por el de Dorothy- prefirió seguir el camino de las hojas amarillas, cuyo sonido al pisarlas es mucho más esponjoso y acompaña.