el légamo
El cielo desciende, llueve.
La playa se abraza a la lluvia,
transmuta el sol de sus arenas
en una alfombrada luna nueva,
un oscuro milagro,
un negro crepúsculo de mediodía.
La playa preñada del torrencial
queda sembrada
de hilados troqueles
de las más perfectas huellas,
definidos pasos últimos de mí.
Así la lluvia limpia
que derrama el corazón que tuve
abraza las playas de mi recuerdo,
la miríada de soles, sus arenas suaves
son tras ese buen diluvio
un oscuro manto de valioso légamo,
un oscuro milagro,
un negro crepúsculo de mediodía
sobre el que mis últimos latidos
dejan hermosas huellas del hombre que fui.