Triste. Tristea.
Tristea la sábana después de lavar tu perfume.
Y pienso: alguien está diciendo mal el destino. No me preocupa
demasiado.
Es cierto, estoy más flaca: tomo cada día pastillas para adelgazar.
Así borro históricamente mi cuerpo. Y de mi cuerpo
tu cimiento. No quiero.
Tampoco en mi vientre hay el recuerdo de expansión.
Sólo una ausencia más ausencia que no tristea cuando late
creyendo que el sonido va a ocuparlo todo y sin embargo
dice tu nombre para preguntar qué hice conmigo.