ENGLAND: Camden Town

"It is silly not to hope, besides I believe it is a sin" (Ernest Hemingway, The Old Man and the Sea)

MULA

Cada uno de nosotros escoge el tipo de té que más nos apetece tomar como si eligiéramos al hombre de nuestra vida, y compartimos un trozo de pastel de chocolate. Es mi lugar favorito de Camden y creo que también el de María. Es lunes. Llueve. Todo es extraño. Nunca había estado en Londres en octubre. Nunca había paseado por Camden con las calles vacías.
—El camarero no está mal —le digo a María.
—Sí, pero creo que no es de los tuyos.
Es un local pequeño, como el comedor de mi casa, con la pared de ladrillo y cuadros colgados. El chico que nos atiende lleva tatuajes y sonríe de forma natural. Está con otros dos chavales que, o bien trabajan aquí, o son sus amigos. Es un ambiente muy familiar. María lleva una camiseta marrón y una especie de rebeca estampada. Le cuelga del cuello una cadena con una pequeña medalla en forma de libro:
—No podrás saber lo que pone. Son palabras de una página de una novela.
—Estás llena de secretos —le digo.
María es el tipo de chica con la que puedes hablar de sexo sin que se ponga colorada. Su vida es un magnífico guion que Almodóvar se está perdiendo. Vino a Londres a trabajar durante las Olimpiadas y ha decidido quedarse. Ahora tiene que encontrar otro trabajo. No le será difícil. Su inglés es excelente y es una gran cocinera.
—Estás guapérrima, María. Te lo juro.
—Cállate, anda. No me hagas la pelota.
Mi madre querría como nuera a una mujer como María. Y, probablemente, no sea la única.
Uno de los chicos a mi izquierda está leyendo un libro titulado The Essential Hemingway. Lleva unos tejanos rotos y un flequillo que le tapa los ojos. Mientras lee, toma notas en un folio de color amarillo. Comenta con su amigo, más joven, uno de los pasajes mientras comparten un té. —Quiero vivir aquí. Quiero ser como ellos —le digo a María.
—Puedes hacerlo.
—No es tan fácil.
—¿Por qué?
—No lo sé.
Tengo en el bolsillo de la chaqueta un bolígrafo y una libreta que compré en WHSmith. Es una Moleskine. Un tipo de cuaderno que, según dicen, fue utilizado por artistas e intelectuales como Van Gogh, Picasso, Hemingway o Bruce Chatwin. Un simple rectángulo negro, con las esquinas redondeadas, un cierre de goma para sujetar las páginas y un bolsillo interior que me hacen sentir escritor. Salimos de la tetería y me pongo la mano en el pecho para tocar la libreta y asegurarme que aún sigue ahí.
—¿Qué quieres hacer ahora?
Entramos a un pub. Es mediodía. Huele a madera y a cerveza. Hay un partido de críquet en la televisión. Somos los únicos españoles. Pido un English breakfast. Me gusta comerlo cuando estoy por aquí. Tardan mucho en servirnos y no nos tratan demasiado bien. 
María me dice: "Tienes planta, tú". Me dice: "Me gustan tus brazos". 
"Estás bueno".
Por eso me gusta estar con ella.
—Tienes ganas de novio —continúa.
—¿Por qué lo dices?
—Porque los miras a todos.
—Sí, pero estoy harto. 
—¿De qué?
—De que me rompan el corazón.
—Así es la vida. No eres el único. La última vez que me rompieron el corazón, me tuve que ir a vomitar al baño.
Aquí nadie me habla de la crisis, ni de la independencia de Catalunya. Nadie me habla de votos, elecciones, política, corrupción, paro ni recortes. Es como un oasis. Un respiro de la asfixiante realidad española. Adoro el aire de esta isla.

ENGLAND:
Oh, Ryanair, I hate you
Flirt 
A house in Bournemouth
The Triangle
Gay Bingo
Exeter
Stratford
Capítulo final

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *

You may use these HTML tags and attributes: <a href="" title=""> <abbr title=""> <acronym title=""> <b> <blockquote cite=""> <cite> <code> <del datetime=""> <em> <i> <q cite=""> <s> <strike> <strong>

*