TRAVESÍA según NICOLÁS MIÑAMBRES



La variada polisemia del título de la obra hace que cualquier lectura de los capítulos sea doble: coherente con el texto y entre sí, formando una armonía con la temática general. El prólogo de Pablo Cerezal advierte que la presencia leonesa en la obra es muy sugerente, sin olvidar la invitación: “El único sentido que le encuentro a este texto es invitarte, lector, a formar parte de la tripulación”, aceptar su compromiso. Las narraciones se distribuyen entre la enumeratio y la narratio, con sus exigencias creativas. El trasfondo creador es un vendedor de zapatos con sus esclavitudes, que recuerda las excelentes lecturas de ciertos autores bajo la forma de líricos fragmentos, buscando una idea unitaria.

En la p. 29 leemos como forma de empezar la idea de “la vida como un turbulento viaje”, tratando de localizar “y en qué punto de ese viaje estaré, en qué punto estaré...”. Sintiendo el dolor, “Porque alguien mató algo, la pureza o la inocencia o la fe (...) y sangran aún las heridas” (p.34). Tal vez porque “se mete dentro la tristeza, y es como un animal que agoniza...” (36). Y nos advierte el escritor de una labor social, unidora: “es de mí quien escribo, pero a la vez de ti y de nosotros y vosotros y ellos... de un montón de carne y hueso y bajo las costillas, latiendo incesante, un corazón”. Pero añade el escritor con emoción “y mi nave que contra viento y marea va...” (p.51). Pero, frente a estas tribulaciones... menos mal que me queda la escritura, pienso, que haría yo sin ella, cómo me sanaría...” (p.55).

Y por encima de todo, la obsesión del trabajo: “Vuelvo ahora de Pucela como un torbellino, la adrenalina rugiendo en mis sienes y la sangre latiendo en mis venas, y clientes que se han muerto y han cerrado (p.57). “Pero he terminado ya las noches fuera de casa y dado los primeros paseos por mi bosque secreto…” (p.60). Reconociendo que “me muevo siempre entre esos dos frentes, el calzado y la poesía, y tantas islas inexplicables a mi alrededor…” (p.61).

Toda esta queja entre las lágrimas… avanza adentrándose, aunque sólo podamos mostrar algunos versículos. No hay cuerpo temático general pero es imprescindible recordar algunos capítulos por su contenido y su mirada. “Qué hacer con mi vida ahora”, se pregunta en “Santuario” (p.100). Las respuestas son innumerables, delicadamente expresivas y evocadoras, de relación imposible. No es extraño que comente… pregúntale al viento”. No cabe una relación temática, precisamente por la variedad que el lector descubre: su autorretrato, los libros o los poemas de la pp. 178-80-82, o la enumertatio de verbos en Arte de la ensoñación” o en “Lo venal” (p.170), recurriendo a esa materia de vender zapatos que hace posible la creación, con ese “Remando al viento” (p.182), para terminar la obra con “Rosebud”, bellos, delicados y expresivos versos, síntesis poética de todo lo leído, imposible de resumir en unas líneas, con aires de nuevo autorretrato.


Nicolás Miñambres

Vicente Muñoz Álvarez, Travesía,
Chamán, Albacete, 2018. 184 pp.



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