CARLOS ROJAS: AZAÑA

carlos rojas

Os he dejado huérfanos de críticas en el blog durante unos meses, pero he seguido publicando para otros medios que iré compartiendo. Os dejo aquí la reseña del libro Azaña, del escritor catalán Carlos Rojas Vila, aparecida en la revista digital española La República Cultural, a la que agradezco la confianza desde aquí. Pinchando en el enlace véis el artículo en la revista.

Rojas ganó con esta obra el Premio Planeta en 1973, fue catedrático de literatura en la Universidad de Emory en Atlanta y ha escrito numerosos ensayos y novelas, opuestas al realismo social. Se le ha agrupado en lo que se denominó, Escuela metafísica, con autores como Antonio Prieto o Andrés Bosch. Otros premios en su haber son el Nacional de Narrativa (1968), el Ateneo de Sevilla (1977) y el Nadal (1979). Su última obra, hasta el momento, es el ensayo Diez crisis del franquismo (2003). Con esta crítica explico la diferencia entre novela histórica y novela historiográfica. Espero que sea de vuestro interés. Como siempre, gracias por estar ahí. Dentro de muy poco buenas nuevas.

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Manuel Azaña fue Presidente de España (1936-1939) y una figura que aún hoy despierta sentimientos encontrados. Carlos Rojas ganó el Premio Planeta en 1973 con una estupenda novela titulada Azaña, cuando la tendencia novelística privilegiaba el discurso y la experimentación técnica. Con la transición a la democracia la literatura perdió su carácter de arma política, lo que abrió un abanico de posibilidades. En un momento tan delicado para nuestro país (como el que también vivimos ahora) se intenta volver la mirada hacia el pasado para recuperar momentos esenciales: los años de la guerra civil y de la postguerra, heridas que aún no están cerradas.

La visión real del personaje nos la proporciona Rojas en una síntesis biográfica al principio de la obra y es la de un hombre abatido que huye de España tras varios intentos fallidos de solucionar el conflicto civil por medio de una paz negociada. Se produce una desmitificación, no sólo del personaje sino también de la historia, típica de las novelas de corte postmoderno. No  debió de resultarle complicado a Carlos Rojas convertir a Azaña en un antihéroe, puesto que, para muchos, ya lo fue en vida. De él sólo nos llega lo esencial o lo anecdótico. Según esto, cabría una distorsión entre su imagen pública y su imagen privada, pero eso siempre le había sucedido.

La narración nos lleva en un vaivén de circularidad que comienza en el año 39, con Azaña ya enfermo, que recordará momentos esporádicos de su vida y recuperará escenarios, sucesos y personajes más o menos distanciados en el tiempo histórico y narrativo. Azaña es una novela historiográfica (no histórica), esto quiere decir que se produce una parodia del proceso de escritura y, por tanto, del propio discurso histórico. Se pone de manifiesto el carácter ficticio del texto al mezclar acontecimientos reales e inventados, cambiar lugares de nombres o, por ejemplo, al describir personajes ficcionales e históricos. La autorreflexividad narrativa en Azaña tiene en cuenta, en primer lugar, que la novela se reconoce a sí misma como texto que se observa desde fuera y pone de manifiesto su carácter ficticio. En segundo lugar, utiliza otros escritos, mencionados en la narración, como los Diarios de Azaña o La velada en Benicarló. El propio autor añade en el epílogo otros materiales empleados, así como su utilización en la novela que rechaza ser una novela histórica. En su opinión, el error de de estas obras denominadas históricas se produce porque la literatura es incapaz de representar el pasado por la imposibilidad de conocerlo de forma exacta. Para evitar estas confusiones tan habituales, Rojas ha variado la cronología de ciertos eventos. A pesar de todo, ha pretendido ser veraz y, sobre todo, digno, porque queda bien claro que su intención era escribir una novela y no darnos una clase de historia. Es el lector quien debe “revivirla y recrearla”.

Los premios Planeta no suelen ser recordados en el tiempo, pero aquí tenemos una obra que merece la pena recuperar del olvido, en especial en este momento político en el que nos encontramos. De Azaña se han dicho y se dirán muchas cosas, sin embargo, la visión de Rojas, a pesar de estar escrita en los estertores de la época franquista, presenta a Azaña como ser humano y personaje a un tiempo de este teatro del mundo, sin olvidar que la historia es una ficción que se inventan los ganadores.

 

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