"Los sueños sueños son...".
No siempre.
Si Segismundo nos venía a decir, en su famoso soliloquio, que "la vida es sueño", para Peter Ibbetson el sueño es la vida. Y su sueño y su vida son la misma persona: Mary Mimsey.
El novelista e ilustrador británico de origen francés George du Marier (1834-1896; si les suena el apellido es porque su nieta, Daphne du Marier, escribió Rebeca, novela que llevaría al cine el gran Alfred Hitchcock) escribió en 1891 la novela Peter Ibbetson basada, en parte, en recuerdos de su infancia. Una obra que ya había conocido otra versión cinematográfica antes que la película que hoy recomendamos encarecidamente: Sueño de amor eterno del maestro Henry Hathaway. Una película que me apetece contar... (no spoilers)
Sueño de amor eterno comienza con la historia de dos niños. Peter y Mary pertenecen a dos familias inglesas acomodadas afincadas en lujosas mansiones de las afueras de París. Los dos pequeños comparten juegos y no pueden vivir el uno sin el otro. Pero cuando el pequeño Peter queda huérfano, su tío, residente en Londres, asume su tutela y se lleva a su sobrino con él. La traumática separación rompe el corazón de los pequeños (y el nuestro).
Años después, Peter es un joven y prometedor arquitecto londinense. Todo en la vida parece sonreirle; es un joven apuesto perteneciente a una familia acomodada con un futuro profesional prometedor. Sin embargo, un incomprensible sentimiento de insatisfacción permanente ensombrece su existencia. Apenas hace caso a las mujeres que se le insinúan, habla poco, trabaja mucho y casi no se relaciona con sus compañeros.
Durante unas evocadoras vacaciones en París, Peter se da cuenta de cuál es el motivo de su tormento: siempre ha estado enamorado de Mary y siempre lo estará. No existe otra mujer para él.
A su vuelta a Inglaterra recibe el urgente encargo de construir la nuevas caballerizas del Duque de Towers. Alojado en la mansión ducal durante el desarrollo de las obras, conocerá a la duquesa y lo que parecía imposible sucede: Peter se enamora perdidamente de ella.
Durante unas evocadoras vacaciones en París, Peter se da cuenta de cuál es el motivo de su tormento: siempre ha estado enamorado de Mary y siempre lo estará. No existe otra mujer para él.
A su vuelta a Inglaterra recibe el urgente encargo de construir la nuevas caballerizas del Duque de Towers. Alojado en la mansión ducal durante el desarrollo de las obras, conocerá a la duquesa y lo que parecía imposible sucede: Peter se enamora perdidamente de ella.
Un día, Peter y la duquesa descubren que ambos han tenido el mismo sueño durante el que, además, han compartido las mismas sensaciones y han podido comunicarse. ¿Quién es esta bella damisela que ha conseguido enamorar a Peter?. ¿Cómo es posible que compartan ese lazo místico y sobrenatural a través de los sueños?...
Tras esta primera parte, la trama da un sorprendente giro para zambullirse en el mundo de los sueños que resulta ser el mundo real, el sitio donde realmente queremos estar, un lugar que coexiste con el mundo físico y en el que se pueden experimentar sensaciones tan intensas como en éste (todos los que nos pasamos el día soñando lo entendemos perfectamente).
Tras esta primera parte, la trama da un sorprendente giro para zambullirse en el mundo de los sueños que resulta ser el mundo real, el sitio donde realmente queremos estar, un lugar que coexiste con el mundo físico y en el que se pueden experimentar sensaciones tan intensas como en éste (todos los que nos pasamos el día soñando lo entendemos perfectamente).
George du Marier lo explicó mejor que yo en su novela:
" Escucha, mi querido padre me enseñó un misterio singular del cerebro, un modo de saber recordar y evocar en sueños las personas, las cosas y los lugares ya desaparecidos, tal y como habían sido en realidad; hasta las cosas ya olvidadas. Él lo llamaba soñar de verdad, y tras una larga práctica me dijo que había conseguido llegar a la completa perfección. El único consuelo de su vida azarosa era soñar y soñar siempre con las épocas felices de su niñez y de su juventud y con los años fugaces que pasó junto a su mujer adorada. Y, antes de morir, cuando vio mi desgracia irremediable y comprendió que la vida no podría darme muchas esperanzas de venturas ni de placeres, fue cuando me descubrió su sencillo secreto. Por eso he ido evocando en sueños todos los lugares por donde he pasado y, sobre todo, este rincón predilecto, donde por primera vez te conocí siendo yo una niña. No concebía por qué tomabas parte en mis sueños, puesto que yo siempre había soñado la verdad, es decir con cosas que habían sucedido en mi vida, no con cosas que hubieran podido suceder. Tampoco comprendía la causa de la fuerza y realidad de tu mano ni por qué no te esfumabas cuando yo te tocaba, nublando así el sueño. Fue un misterio insoluble para mi, que trastornó muchas horas de mi vida real y de mi vida en los sueños. Luego surgió nuestro encuentro en Cray y parte de ese misterio desapareció, puesto que, después de todo, tú eras mi antiguo amigo Gogo. Pero aún continúa habiendo un misterio, un misterio horrible: el hecho de que dos personas se encuentren, como nos encontramos nosotros ahora, tomando parte en un mismo sueño, y el portento de que sus cerebros coincidan y se compenetren de tal modo. "
La moraleja es obvia: el amor no tiene barreras y no hay distancia que pueda separar a dos amantes predestinados a estar juntos.
Sueño de amor eterno es un atípico drama romántico de corte fantástico y de marcado tono poético y onírico. Espero que tantas tildes no les asusten porque, pese a que puedo llegar a reconocer que la temática sea demasiado azucarada para algunos paladares, la maestría con la que Henry Hathaway rodó esta película con el inestimable apoyo de la (y no exagero) sublime fotografía de Charles Lang y la inspiradísima y excelente música de Ernst Toch (no es fácil encontrar scores en los 30s que no saquen de quicio), hacen que sea un film de obligado visionado para todo amante del Cine y para todo el que esté dispuesto a ver una mágica historia de amor atemporal.
Los surrealistas, con André Breton a la cabeza, adoraban esta película. Si lo que les va es el cinde de Ken Loach, puede que les guste un poco menos.
¿Por qué lo de "Crick, Crack" en el título del post?. Tendrán que ver la película para comprenderlo. Pero uno de mis diálogos favoritos del cine es:
- Hola.
- Hola.
- Crick.
- Crack.
Sueño de amor eterno es un atípico drama romántico de corte fantástico y de marcado tono poético y onírico. Espero que tantas tildes no les asusten porque, pese a que puedo llegar a reconocer que la temática sea demasiado azucarada para algunos paladares, la maestría con la que Henry Hathaway rodó esta película con el inestimable apoyo de la (y no exagero) sublime fotografía de Charles Lang y la inspiradísima y excelente música de Ernst Toch (no es fácil encontrar scores en los 30s que no saquen de quicio), hacen que sea un film de obligado visionado para todo amante del Cine y para todo el que esté dispuesto a ver una mágica historia de amor atemporal.
Los surrealistas, con André Breton a la cabeza, adoraban esta película. Si lo que les va es el cinde de Ken Loach, puede que les guste un poco menos.
¿Por qué lo de "Crick, Crack" en el título del post?. Tendrán que ver la película para comprenderlo. Pero uno de mis diálogos favoritos del cine es:
- Hola.
- Hola.
- Crick.
- Crack.
Me he puesto tontorrón y mucho más después de ver este vídeo que he encontrado en el youtube en el que cuentan parte de la película en cuatro minutitos y en el que, para que nos estremezcamos y enternezcamos un pelín más, han puesto como banda sonora una hermosa versión de Marble Halls, probablemente la mejor aria de la ópera británica ("The bohemian girl", de M.W. Balfe).
"Soñé que me amarías para siempre...".
Para mi esposa:
Para mi esposa: