Clásicos Imprescindibles: El Puente (Bernhard Wicki, 1959). Salvar a los soldaditos Klaus.

Volkssturm significa algo así como "La Tormenta del Pueblo" donde el Pueblo fue, para los jerifaltes nazis, sinónimo de carnaza. Y es que solamente el delirio mitológico nacionalsocialista podía bautizar con un nombre así a las apresuradas milicias de niños, ancianos y tullidos (entre 16 y 60 años) que tuvieron que improvisarse a finales de 1944 para intentar detener el inevitable avance de las tropas aliadas. Cuando todo estaba ya perdido, todavía podían malgastarse unos cuantos cientos de miles de vidas más. Por qué no. Todo por la Patria.


Del reclutamiento de estos niños soldado se responsabilizó el Partido Nazi y no la Wehrmacht (el Ejército alemán). El motivo: enseñar a los jóvenes cachorros no solamente el uso de las armas sino también el de los "valores" de la gran Alemania que, como todo buen decálogo divino, se resumían en dos: sangre y honor. El adoctrinamiento fanático fue parte esencial de la instrucción de los jóvenes del Volkssturm. Hitler copiaba así la consigna de Stalin de pocos años atrás: Ni un paso atrás, ni una rendición. 

Este trágico pero interesante episodio de la WWII quedó muy bien reflejado en la película que hoy recomendamos: El Puente, dirigida en 1959 por Bernhard Wicki y erigida como una de los hitos del antibelicismo en el cine.


Ante la inminente llegada de los americanos, el Gauleiter de una localidad alemana moviliza a siete jóvenes estudiantes que son reclutados para servir en las filas del Volksstrum. El entusiasmo se contagia entre los siete amigos que ansían defender su patria del ataque de las fuerzas extranjeras. Para ellos la guerra todavía es un juego de mesa que tiene como tablero un mapa en el que dibujan las cambiantes las líneas del frente. Tras un día de entrenamiento, son movilizados. El sargento encargado del grupo convence a su capitán de la aberración que significa hacer combatir a unos niños inexpertos y les asigna una misión sin riesgo y de nula importancia: vigilar y defender un puente de su localidad cuya demolición está programada para pocas horas más tarde. La decepción de los muchachos, ante tan nimia tarea, es grande pero ellos están determinados a cumplir con su deber a cualquier precio... 

Es tremendo. Y lo más tremendo es que, cómo no, la historia de El Puente está basada en una novela basada, a su vez, en un hecho real de la WWII. 

La película está dividida en dos partes. En la primera, se muestra la dura cotidaniedad de la población civil alemana que sufrió lo indecible durante los últimos meses de la WWII. El director alemán Bernhard Wicki acierta al no recrearse en el melodrama ni pasarse de costumbrismo para apostar por un tono más real, más seco y más crudo en el que, en unos pocos minutos, consigue mostrar, en forma de breves pinceladas, varios aspectos muy interesantes: la hipocresía de los dirigentes del partido, la relajación de las convenciones sociales (e incluso de los principios éticos) ante la que se avecina y su particular y autocrítico "yo acuso" a sus compatriotas que, en mayor o menor medida, contribuyeron a crear el monstruo que ahora lamentan: una juventud fanática que va camino de una inmolación sin sentido. Cierto es que Wicki necesita sacrificar muchos matices y recurrir a los arquetipos que personifican los siete jóvenes pero el resultado lo justifica y la capacidad de síntesis para contar tanto con tan poco es sobresaliente. 




Tras el breve "intermedio" del adiestramiento militar, llega la segunda parte, la del meollo, la que homenajeó Steven Spielberg en su magistral Salvar al Soldado Ryan: la acérrima e irracional defensa del puente. No voy a extenderme sobre esta segunda parte con la esperanza de que la cita a Spielberg haya espoleado su curiosidad y solamente les diré que, pese a la evidente y comprensible falta de medios que seguramente sufriría cualquier realizador alemán de 1959, si deciden ver El Puente van a disfrutar de algunos de los momentos cumbre del cine bélico de todos los tiempos enmarcados en una nebulosa atmósfera de irrealidad que torna en pesadilla cuando se escuchan, a lo lejos, los primeros sonidos de las orugas de los tanques americanos que se aproximan...

El Puente: entretenimiento y denuncia. Bravo.

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