Talento para perder (2)
El Boca que me tocó querer en mi infancia fue el de la nefasta década de los ochenta. El de los cuatro entrenadores en una temporada. El de la depresión post-Maradona, que jamás pudo evitar destruir lo que él mismo había creado. El Boca de la sequía de los siete años: la mitad de la vida que pasé en Buenos Aires. Yo veía ganar a...
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