PETRA
Cuando la encontraron, Petra no tenía huellas dactilares; el trabajo había acabado con ellas. Dijeron que, aunque muerta, olía a lejía, igual que los portales que fregaba; como el mío, que, a pesar del mármol y la caoba, olía a laboratorio de colegio. Siempre la vi de rodillas, sumisa, desvalida, con un trapo gris en...
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