GOD SAVE THE QUEEN
después de tantos zapatos, clientes y hoteles baratos, tocaban unos días plácidos y tranquilos al borde del mar, y sobre todo, una cura de olas beatíficas en mi cuarteada piel... si a eso le añadimos lecturas góticas bajo la sombrilla, cervezas heladas en San José, un nidito de ensueño a cuatro metros de la playa y la compañía p...
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