Düsseldorf, por la tarde, otoño de 1853: estoy echado en la cama, vestido con mi traje de terciopelo lila, mi fino y elegante traje, y no quiero ver a Hans Gude. No quiero escuchar a Hans Gude decir que no le gusta el cuadro que estoy pinta...
Read More »Me subí al coche y me marché. Me sentó bien. El movimiento me hizo bien. No sabía adónde iba. Simplemente me marché. Me había embargado el aburrimiento, a mí que nunca me aburro me había embargado el aburrimiento. Nada de lo que se me ocurr...
Read More »La recuerdo con claridad, me la aprendí de pequeño a fuerza de escucharla en las madrugadas por la radio, siempre encendida, en casa de mi abuela. No me preguntaba ni quién la había escrito, ni para qué servía, ni mucho menos me planteaba reflexionar s...
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