Matate, amor
A veces, porque uno es así de descreído, llego a pensar que la literatura ha perdido algo de su magia o que soy yo el que la ha perdido y añoro la vuelta a mi adolescenacia y el olvido paradisíaco y virginal que me devuelva a Whitman y Borges y Rimbaud y, ay, al torpe pero inolvidable éxtasis de la primera vez. Pero ocurre, sigue ocurriendo, que uno se ...
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