Camarada Lenin, la cadena de producción se la comió un virus al que llamaron Covid-19. Fíate tú de la responsabilidad capitalista y la trascendencia de un bichito soberbio al mando de un microscopio. Las calderas están en ebullición. Ante la falta de proletariado que tome las fábricas, ellos mismos, los dueños, empiezan a abandonarlas. Queman los bosques: cenizas líquidas corren por nuestras venas. Sus medidas productivas nunca se comprueban a través del método empírico: yo metía el dedo en el culo de las gallinas y sabía si tendría huevos para hacer una tortilla. Somos una duda que campea cual cometa al viento de un bello poema. Sus versos de carne tan tristes y dolorosos. Y esta muerte anunciada, este caer por los vértices, las púas envenenadas de una corona de amargas espinas. Ah!, camarada Lenin, vente a la profundidad del bosque. Sus luces y sombras, sus preguntas.
Tomás Rivero

