Se sienta
en una silla de madera
con el culo en el mimbre.
Apoya
sus codos en el hule descolorido
de una mesa renqueante.
Sus ojos
en una tele antigua
en blanco y negro.
Oye
en el corral, el silencio
de las gallinas de antaño.
En la bilbaina negra
ya están hechas las alubias
y la achicoria.
Está sola en el pueblo
y ya se conoce de memoria todos los caminos
las veredas, las esquinas,
las 15 casas vacías que quedan
las eras, los prados, el arroyo y la fuente de dos caños.
Conoce cada bodega
cada pollo de cada casa
y recuerda cientos de conversaciones
con las gentes que ya no están.
Se aburre
de inventar recuerdos.
solo desea poner la mente en blanco
y ya morirse.
Pero
es tan difícil
sin tan siquiera un perro al lado
igual de viejo
que le llore
y le recuerde.
Sin un enterrador
que le cubra
y le descanse.
es tanto el pudor
Y ESTÁ TAN CERCANO EL MIEDO
Pablo Otero

