Hace muchos años me recomendaron este libro pero terminé por comprar Sí, cuya reseña podéis leer en el enlace. Sí me fascinó. Habla del descenso a la locura y de nuevo trata este tema en lugares fríos, lluviosos, solitarios y abyectos. El malogrado es un intento de comprensión de un ser humano por otro ser humano que tampoco se comprende demasiado. Tres amigos pianistas estudian juntos, pero uno es una persona real, con lo que Bernhard incluye elementos metaficcionales en el texto. Se trata del canadiense Glenn Gould, el genio del piano que revolucionó la manera de tocar y se hizo mundialmente famoso en los años setenta del siglo pasado por la manera de reinterpretar obras barrocas y prebarrocas, incluidas las variaciones Goldberg de Bach, que aparecen en el relato de manera constante. Gould es el personaje ausente, ese que domina la narración pero nunca aparece y que en la narración fallece de manera súbita. Sus dos amigos, incapaces de llegar a su genialidad a pesar de ser unos virtuosos, abandonan la música. Quizá la envidia no sea el tema clave, sino la frustración de saber que, a pesar de todos tus esfuerzos, nunca llegarás a ser el mejor; y si no eres el mejor, es mejor no ser nadie. Es curioso, el binomio genio y locura, porque el personaje de Wertheimer, desposeído de esa posibilidad de brillar como a él le gustaría, se convierte en un infeliz de vocación, más infeliz y más pobre que cualquier pobre diablo, a pesar de ser muy rico. Personaje falto de afecto abusa de manera sádica de su hermana, quien lo abandona. La historia de su vida, la historia del malogrado, mote que le pusiera Gould en sus años de estudiantes, nos la cuenta el tercer amigo, que huye de Viena y de otros paisajes de su niñez. Esta es la historia del fracaso como elección ante una ambición extrema y unas expectativas demasiado altas en un momento de derrumbe social del país.
En esta obra no hay un final, sino unos pensamientos circulares a través de la visión de un hombre al que el malogrado siempre imitó hasta el final, excepto el momento de su suicidio, que fue una puesta en escena de su enfermedad o de su bajeza. No es apta para playas.
Os dejo con uno de los párrafos que más me han gustado.
Gracias por estar al otro lado de los cables 
«Por eso amaba más que a nada a Dostoyevski y a todos sus sucesores, en general la literatura rusa, porque es la literatura realmente mortal, pero también a los deprimentes filósofos franceses. Con el mayor placer y el mayor ahínco leía obras de medicina y, una y otra vez, sus pasos lo llevaban a los hospitales de enfermos e incurables, a los asilos de ancianos y las salas mortuorias. Esa costumbre la tuvo hasta el final y, aunque tenía miedo de los hospitales de enfermos y de incurables, de los asilos de ancianos y las salas mortuorias, iba una y otra vez a esos hospitales de enfermos e incurables y asilos de ancianos y salas mortuorias. Y si no iba a los hospitales de enfermos, porque no le era posible, leía obras o libros sobre enfermos y sobre enfermedades, y libros u obras sobre incurables, cuando no tenía oportunidad de ir a los hospitales de incurables, o leía obras y escritos sobre los ancianos, y obras y escritos sobre los muertos, cuando no tenía oportunidad de ir a las salas mortuorias.»
Thomas Bernhard, El malogrado
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