La vegetariana puede que no sea la traducción correcta, pero es la que menos destripa el argumento, que dicho sea de paso, es muy duro, cruel a ratos y desagradable las más de las veces. Es lo que tiene ahondar en los abismos del ser humano, donde se unen el trauma, la culpa, la vergüenza, la violencia o el abuso. Totalmente en desacuerdo con las palabras de la contraportada: hablar de «actos subversivos» de la protagonista para «romper las estrictas costumbres de una sociedad patriarcal y ultracapitalista» implica varias cosas:
1. Haber hecho una lectura sesgada y muy superficial de esta extraordinaria novela.
2. Intentar venderla a determinado público.
3. Meter la política donde no está, aunque sí puede entrar en tus sueños, o mejor dicho, convertirse en una pesadilla, pues sus imágenes son tan potentes que no se van cuando cierras sus páginas.
No diría que es imprescindible, pues no creo que escribir de esta manera y sobre estos temas te haga mejor escritor, pero sí considero que su técnica para componer los personajes es demoledora. Ni se os ocurra llevarla a la playa ni a la piscina ni similar.
Gracias por estar al otro lado de los cables 
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