Vladímir Nabokov. Lolita.

La Lo-li-ta de la película de Kubrik es algo así como el Frankenstein que nos ha llegado del cine: no exactamente lo que Mary Shelly escribió. Nabokov colaboró en el guión de la película de Kubrik pero tampoco coinciden mucho, por un pequeño detalle. En la película, en lugar de doce años como tenía la niña en el libro, dijeron que contaba  catorce, aunque la actriz, Sue Lyon, en realidad ya había cumplido los dieciseis, con lo que no sólo se evitaban los obvios problemas éticos o morales para su lanzamiento, sino que iba de perlas para lo que, tras la lectura, parece la verdadera misión de Nabokov, esto es, que se comprendan las motivaciones de Humbert. Así se escribe la historia. Lolita es una niña de doce años difícil de controlar, que ya ha tenido relaciones sexuales en un campamento. Su padrastro, Humbert Humbert decide «llevársela de viaje» para poder drogarla y abusar de ella impunemente tras la muerte de su madre, quien había descubierto sus planes; ese es el argumento. No obstante, he aquí el punto de giro en el que Dolly o Lolita, la primera noche de su huida se abalanza sobre un conmocionado Humbert en la cama y desaparece la sombra de la violación como por ensalmo. Desaparece asimismo el abusador para convertirse en un hombre cincuentón a merced de una «nínfula» malcriada y caprichosa. No estoy diciendo que no existan hombres acosados por adolescentes manipuladoras, sólo digo que no es lo que sucede en esta novela. 

Considero al  Nabokov de La defensa un grandísimo autor, pero la lectura de Lolita ha sido insufrible por un motivo claro, en mi opinión: Lolita da título al libro pero nada más. No es, ni mucho menos, la protagonista y, a pesar de todo lo que le sucede, la víctima es Humbert el incomprendido, que narra sus pensamientos y manipula al lector a su antojo, lo que convierte esta obra en ramplona, aburrida y, salvo algunas partes, anodina y sin ritmo. Parece, más bien, una sucesión de estrategias literarias para justificar lo injustificable. Desde el amor juvenil frustrado de Humbert, que aparece como la clave de su obsesión por las niñas, su paso por el psiquiátrico, el prólogo de un doctor en filosofía inventado por Nabokov o el epílogo dando otra sucesión de explicaciones y justificaciones. Incluso que se cuente su visión (sin otra perspectiva) desde la cárcel, eso sí, por otro delito que nada tiene que ver con la pederastia. No obstante, lo más preocupante, en mi opinión, es que ella habla de violación y de que Humbert mató a su madre, cuando el lector sabe que eso no es cierto, al menos no técnicamente, por tanto, Lolita inventa, Lolita miente, pero entonces ¿por qué es tan importante la visión de Humbert? Para mí esa es la gran pregunta, aunque las víctimas no contaban demasiado en los cincuenta del siglo pasado. 

La publicación del libro la hizo una editorial erótica, pero no hay escenas pornográficas. Podemos considerar muy importante la creación de un arquetipo misógino, diría yo, pero literariamente hablando, no veo la genialidad.  Considero que apelar al morbo y que los pensamientos de Humbert suenen tan reales es un grado, aunque yo prefiero, en este aspecto, la prosa de Boris Vian. Si el escritor Martin Amis está en lo cierto, por lo menos seis de sus diecinueve obras se refieren a la sexualidad de niñas prepúberes…y no digo más. 

Gracias por estar al otro lado de los cables ❤

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