
LOS OLVIDADOS (1950)
Luis Buñuel hizo su entrada en el cine mexicano por la puerta grande para dirigir Gran casino (1946), encabezada por la estrella de la época, Jorge Negrete. Pero tras el estreno de Los olvidados su reputación corrió peligro ya que el título provocó una fuerte controversia en el país. Este atroz retrato de la pobreza concedía el protagonismo a los más desfavorecidos de México, haciendo un flaco favor a la imagen de una nación que se negaba a exhibir sus vergüenzas de un modo tan crudo. Por lo tanto la cinta tuvo una recepción fría, e incluso fue tachada de antipatriótica.
PREMIO EN CANNES
Buñuel volvía a verse inmerso en una polémica similar a la vivida cuando filmó el documental Las Hurdes, tierra sin pan. Se repetía el conflicto entre el retrato incómodo que ofrecía la fría lente de la cámara y los intereses políticos que preferían ocultar situaciones denigrantes. Sin embargo el impacto negativo de la película fue mitigado por el Premio a mejor dirección, que obtuvo Buñuel en el Festival internacional de Cannes. Lo que contribuyó a que el largometraje se alzase con 11 premios Ariel mexicanos. Hito que sirvió para consolidar al director aragonés y su trabajo.
Los olvidados retrata la vida en un barrio de extrarradio al que llega El Jaibo (Roberto Cobo), un chico que se ha escapado del reformatorio, lugar que solo ha servido para acrecentar sus dotes para la delincuencia. El Jaibo ejerce una malsana influencia sobre el grupo de chavales del barrio, cebándose especialmente con Pedro (Alfonso Mejía), un adolescente que busca la aceptación de su madre y su lugar en la sociedad. Los olvidados impacta por su retrato descarnado de la violencia, y por un desenlace que no deja lugar a la redención. De hecho Buñuel rodó un final alternativo más esperanzador. A pesar de que en este filme impera el realismo absoluto, Buñuel encuentra un hueco donde colar una brillante secuencia surrealista durante el sueño de Pedro.
DOCUMENTO HISTÓRICO
Basada en el día a día que el propio Buñuel había visto al recorrer los barrios marginales de Cuidad de México, y en documentación consultada en orfanatos, Los olvidados ha quedado revestida por un halo de documento histórico y de hecho fue declarada Memoria del mundo por la Unesco en 2003. Lo que más impacta es el verismo que destilan sus protagonistas. Al igual que en el neorrealismo europeo, Buñuel descarta dulcificar el relato, y además huye del buenismo con que se maquillaba en otros títulos a los desfavorecidos. Una filosofía que volverá a repetir más adelante en Viridiana (1961).
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