Intemperie nos recuerda la mejor tradición literaria española y el primer nombre que se te viene a la cabeza es Miguel Delibes: el Delibes de Las ratas, por ejemplo, pues Carrasco también habla de la miseria, de la visión de un niño que ha dejado de serlo a la fuerza, pero sin esa bondad del Nini. Porque Intemperie es una novela sobre la venganza, el bien y el mal, el abuso, la pérdida de la inocencia, los vicios ocultos o no tanto en un pueblo casi sin agua y sin recursos en plena postguerra. Una atmósfera asfixiante, faulkneriana, pero a la española, a lo Puerto Urraco. Quizá a ratos demasiado truculenta sin necesidad, aunque cumpla con los designios de su autor para que sientas en tu piel cada golpe de la vida de este chaval. El vocabulario, propio de la tierra y del momento, mejora la atmósfera de manera notable. La han llevado al cine por su estructura descriptiva, a veces en exceso, lo que alienta los niveles de intriga y morbo. No en vano estamos más cerca de los bonobos que de Dios. Excelente.
Gracias por estar al otro lado de los cables 
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