Este alcalde, igual que el presidente, han demostrado que siempre hay plata para lo que se quiere, y que, aun sin saber que pasó con los famosos 500 millones, que habrán entrado en las arcas, dijo, y se habrán gastado, siempre hay para viajar y hacer viajar a quien quieran, haciendo creer a los congos de los votantes que es bueno para ellos, aunque no les resuelvan las necesidades básicas.
Pero organizan carnavales y desfiles navideños; van a Davos a decir obviedades sobre Panamá y el Canal y se hacen fotos encontradizas con mandatarios, como si de verdad estuvieran sumando aliados a nuestra causa, pero nada, en el fondo nos gustan, presidente y alcalde porque, a pesar de no haber vicepresidente y no terminar de hacer la reducción del estado y del clientelismo (tampoco hay vicealcalde, otro que tal baila), nos tienen amaestrados y resignados a aguantar cinco años, y en eso sí somos buenos patriotas: nada de revocar un mandato presidencial, no, que se nos tambalea el negocio.
Thierry Henry no hace nada en Panamá. Para él, como para tantos ilustres visitantes, somos solo un escenario exótico, un «Hub», pero nunca un interlocutor intelectual válido, nunca una sociedad de artistas y pensadores serios. Mejor futbolistas que ganen batallitas deportivas que el estado no puede ganar, para hacerle creer «al pueblo» que «alcanzamos por fin la victoria», cuando siguen mintiendo sobre nuestra circunstancia desde Estados Unidos, y nosotros seguimos callados, cobardes y serviles.
Artículo publicado en el diario La Prensa, martes 25 de marzo de 2025.