MI LUCIÉRNAGA
¿Cómo escondes
el sol y el mar
en 13 centímetros?
Eres grieta fosforescente
en el poema que te unge.
En la tea heredada de mi madre,
eres rendija de luz que huele a vida,
néctar, esquirla azul,
suspiro desbocado.
Aletean las sonrisas de tus pupilas
-y yo sé de quién proceden-.
Saltamos juntos las olas
que rompes en la penumbra.
Iluminas el bosque que somos
y en tus balbuceos estrenas mi mundo.
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DELETREO
Dispersa, conspiro…
aturdida de presente
tiemblo en la inquietud,
las esquinas atardecen
al arrullo de los chopos
y deletreo sin pausas
un horizonte perplejo.
En este atajo del tiempo
duele el limo de otros días,
escuece y se nubla…
tras la marejada de luna,
-ávida y desnortada-.
Silabeas mis lágrimas
tras la entelequia,
en el balbuceo de mi sombra.
**
DIEZ FEBREROS METALIT
Escribí renglones cortos
al ritmo del latir:
el trabajo de mi padre
imponía el final de mi mundo
-mis amigas, el colegio, mi casa-.
Todo se desvanecía
en un imperativo
que nunca entendí.
Mi risa se hizo mueca.
Los versos eran gritos de rabia
pero también de risueña admiración:
mi prima de Burgos
era reina de las fiestas,
mi tía en silla de ruedas
aprendía francés.
Un cuaderno propio, hermoso
donde volcarme, decirme, ser:
en otra frecuencia
en otro universo
en otro tiempo.
Rozaba con delicadeza
la sensación de mi secreto:
el poder de mi bolígrafo.
Después llegaron noches al fresco
con olores intensos
de flores sonámbulas:
Vicenta y Lali haciendo
corro en sus sillas,
la calle Luisa Fortuna
al borde de mi mundo,
el eco de las canciones de mi padre
que celebraba así mi nacimiento.
GRACIAS POR LEERME, ME EMOCIONA.
¡Qué extraño desnudarme* tras casi cinco años!