LA LEYENDA DEL INDOMABLE, Cool Hand Luke, Stuart Rosenberg, 1967
Cualquiera que conociese a Paul Newman en su imponente juventud lo habría encasillado en el acto en el rol de perpetuo galán clásico de Hollywood. Cualquiera menos él.
Newman se rebelaba contra ese destino en cada filme, interpretando personajes torturados y mucho más poliédricos de lo que sus perfectas facciones sugerían. Y esas micro rebeliones quedan bien patentes en La leyenda del indomable, su primera colaboración con Stuart Rosenberg.
LUKE JACKSON, PÁJARO ENJAULADO
Hay pájaros que no han nacido para ser enjaulados, uno de ellos es el protagonista Luke Jackson. Sin embargo, en una de sus acciones de auto sabotaje, acaba en prisión, condenado a dos años por romper los parquímetros de la calle.
El veterano de guerra, desnortado, (o quizás traumatizado), no pasa desapercibido, exhibiendo desde el primer día una férrea resistencia a la autoridad. A toda clase de autoridad, sea la de los carceleros, o la de los presos.
Su carisma de líder nato brilla en la oscuridad de la celda, y desbanca a Dragline (George Kennedy), el cabecilla que dirige el cotarro hasta que llega Luke.
NEWMAN SE CONFIESA
Cada hazaña de Luke Jackson agranda un poco más su aura: apostar que puede comerse cincuenta huevos, escaparse de la cárcel, asfaltar una carretera en tiempo récord.
Stuart Rosenberg firma un drama carcelario en el que asoma el abuso de autoridad, tema que desarrollaría más ampliamente en Brubaker.
También hay espacio para mostrar la quebradiza sensibilidad del protagonista, como en la emotiva escena en la que Paul Newman canta Plastic Jesus acompañado de su banjo. O ese final en una iglesia en la que Luke se confiesa sin intermediarios, hablando de tú a tú con Dios.
Aún perdiendo, Luke consigue derrotar al sistema, representado por unas gafas de sol pisoteadas.
(Más dramas carcelarios: Pinchad aquí)
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