Héctor Peña Manterola: «El terror es una excusa para hablar de temas tabú, como la muerte, la enfermedad…»


Héctor Peña Manterola (El Astillero, Cantabria. 1995) es graduado en Historia y posee un máster en Edición y Gestión Editorial. Después de varios años publicando relatos en antologías y un par de obras independientes (que le llevaron a obtener los méritos de accésit en el certamen Generación Pandemia, por el relato El silencio de los cuervos y la victoria en el certamen Relatos Viajeros 2022 por el cuento Donde quizá nunca), en 2022 ve la luz su ópera prima, Cabárceno, un techno-thriller de terror que transcurre en el parque homónimo. Desde entonces ha publicado la novela MIMO, la antología Mecánica de fluidos (que incluye una novela corta y veintidós relatos, entre ellos los premiados) y este mismo 2024 la novela de terror Mo-Ho. Es miembro de Pórtico (Asociación española de ciencia ficción, terror y fantasía) y columnista en Culturamas.





P.- ¿Dónde se ambienta Mo-Ho?


Mo-Ho es una novela que podría enmarcarse en lo que los norteamericanos consideran terror costumbrista, con la salvedad de que el municipio donde ocurren los acontecimientos (El Astillero, Cantabria) no es el típico pueblo que nos imaginamos enmarcado por pinos, con una llamativa cordillera montañosa al norte. Es un municipio costero, con influencia urbanita por las próximas Santander y Bilbao, además de la irrupción de las nuevas tecnologías.


P.- ¿Y de qué trata?


Teniendo esto presente, la novela versa sobre el drama de una familia disfuncional: padre chapado a la antigua (profesor de Lengua y Literatura, escritor de novela histórica), hija moderna (lesbiana, colectivista) y madre extranjera (inglesa, galerista de arte) que vive en Londres con su pareja actual, un joven artista de éxito. La hija, Sofía, participará en una manifestación frente al matadero de Guarnizo. Al colarse para pintarrajear y liberar a las reses, tiene un incidente con uno de los empleados que se obsesiona de ella. El hombre la espía y la persigue, y es un tipo con una particularidad: cada día se lleva a casa las vísceras y otras sobras para alimentar a un animal que esconde en su garaje, el famoso Mo-Ho, que pronto veremos de qué se trata.

»Los acontecimientos llevarán a que Mo-Ho quede en libertad en un ecosistema propicio para la caza: las marismas de El Astillero y Guarnizo, unos humedales que conectan municipio y pedanía, adaptados para la práctica deportiva y los paseos familiares. Los secretos que hilan la trama impedirán que se alerte de ello hasta que sea demasiado tarde.


P.- ¿Y quién es el rey Gusano?


En la novela juegan un papel fundamental los traumas, algunos incluso como manifestaciones físicas u oníricas. Este es el caso de el rey Gusano, un humanoide formado por cientos de gusanos que se le aparece a Sofía en sus pesadillas, parasitando el cadáver de sus seres queridos. La combinación de estos factores será lo que aterre al lector.

 


P.- En tu novela hay varios elementos perturbadores. ¿De dónde te viene esa vena del terror literario que también vimos en MIMO (Editorial Fanés, 2023)?

 

Siempre he sido un consumidor del género fantástico, siendo sus vertientes la fantasía, el terror y la ciencia ficción. El terror trae los elementos surreales a la realidad, y permite que cualquiera, con independencia de su rol social, se enfrente a ellos. Además, requiere de un esfuerzo menor de construcción del mundo, y permite homenajear lugares conocidos (y visitados) con criaturas horrendas, siendo estas sobrenaturales o cotidianas fuera de su contexto habitual.

En paralelo, mi escritor favorito es Stephen King. Con él aprendí que el terror es una excusa para hablar de temas tabú, como la muerte, la enfermedad, las rupturas sentimentales…, despojándoles del canesú de esperanza y buen rollo imperante. A veces el vaso no está medio lleno. El terror es un prisma que no miente. Y, en la crudeza (y pido perdón por la rima), nace cierta belleza difícil de catalogar, igual que la fauna cadavérica.

 


P.- ¿Puedes avanzar algo sobre el superdepredador que hay en Mo-Ho?

 

De inicio no lo hice, pero tras un montón de firmas he aprendido que este es uno de los grandes intereses de los lectores y que no ocurre nada por desvelarlo. Mo-Ho es un cocodrilo de agua salada, una especie endémica de Australia y las aguas cercanas, ya que son capaces de nadar largas distancias. Es la especie de cocodrilo más grande en la actualidad, un bicharraco con el que no querrías toparte.


»Cuando era niño, comí en un restaurante español donde tenían un caimán. El animalillo no era muy grande. Siempre he sospechado que, al crecer, hubiera acabado en las alcantarillas. De igual manera, la familiar de un conocido que podría ser o no ser yo viajó con una tortuga envuelta en papel albal, haciéndola pasar por un bocadillo. Unir estos factores y adecuar unas instalaciones (un garaje, en este caso) para permitir la supervivencia del animal hizo posible ubicarlo en Cantabria. Además de que en los humedales que describo uno siempre tiene la presencia de que algo, o alguien, le acecha bajo la superficie. Teme voltearse y descubrir que en la recta paralela a las vías del tren el chapoteo y las salpicaduras de guijarros no son producidas por las ratas de campo.

 


P.- ¿Dónde está ambientada la novela y por qué regresas al hogar de tu infancia con ella?

 

Aunque vivo en Madrid, soy cántabro hasta la médula. Nací y crecí en El Astillero-Guarnizo, municipio y pedanía, y allí viven mi madre y mi hermano. La novela la escribí en un intervalo en que vivía allí. Estaba estudiando el máster y había huido de Madrid con el rabo entre las piernas. Mi prometida y yo dormíamos en un bajo de la familia, próximo a las marismas, y en un par de ocasiones saneamos el moho que impregnaba las paredes. Este detalle tan tonto, unido a los humedales en sí y lo mucho que me gusta ese lugar, me llevó a ambientar la novela allí.


P.- ¿Y qué se te ocurrió con el moho?


La primera idea fue utilizar un dinosaurio mutante y correr por el sendero de la ciencia ficción, pero la descarté antes de sentarme a escribir. Los cocodrilos me gustan mucho. En primero o segundo de bachiller unas compañeras realizaron una exposición sobre Australia y me impresionó el tamaño de estas criaturas. Además, lo realista atrae a más lectores, lo cual es ideal para un autor joven. Cuando llevaba 166 páginas (un 33 % de la novela, más o menos) me di cuenta de que aún no había hablado de un cocodrilo, sino que el peso de la trama recaía sobre los hombros de Sergio y Sofía, y que Mo-Ho sería un elemento de tensión enfrentado a sus diatribas.

 


P.- MIMO fue tu anterior novela. ¿Es casual la similitud con el título Mo-Ho? Háblanos de ello.

 

La principal similitud es un personaje secundario que comparten: Urbano de la Torre, sargento de la Guardia Civil del puesto de El Astillero. Urbano tiene poco peso directo en MIMO, aunque seguiremos sus pesquisas a través de informes complementarios. Al volver a la misma ubicación (en MIMO hay varias, pero uno de los siete crímenes principales ocurre aquí, al igual que una escena en las marismas), decidí rescatarlo. Estos detalles ayudan a que el mundo de las obras esté vivo y sea un reflejo del mundo real. Me planteo escribir una secuela de MIMO con él de protagonista, narrando sus andanzas después de los acontecimientos de Mo-Ho (el motivo de que no sea una secuela de Mo-Ho es que quiero llevar los hilos de esta obra por otro camino que, aunque complementario, tiendan más al terror y menos al género negro).


»Por lo demás, MIMO es una novela mucho más gore, con un villano genial, en la tradición de Drácula. El estilo es menos literario pero más cómico (abunda el humor negro en la descripción de escenas espantosas). Mo-Ho es una obra que genera más angustia, con un estilo más cuidado y lento, que pone el énfasis en el interior y en la construcción de personajes, en contraposición a MIMO.

 



P.- Eres cántabro. ¿De qué manera te influye la naturaleza en tus novelas?

 

Creo que la variedad paisajística de Cantabria permite ambientar cualquier tipo de obra en sus tierras. Desde los bosques profundos y sus cortinas de niebla reptante a las playas bulliciosas en las que pueden perderse monstruos marinos, las opciones son infinitas. Llevo tiempo trabajando en una novela larguísima de terror sobre la mitología cántabra, pero el proyecto está en stand-by tras intentar dividirlo, sin éxito, en una trilogía. Hay que reescribir parte del primer libro y reescribir los otros dos, al igual que redactar dos interludios que conecten todo en un libro del grosor de It, pero no creo que lo haga a corto plazo. En 2025 me abriré a nuevos nichos de mercado (infantil y juvenil), y quizá publique la primera de una serie de obras de terror ambientadas en Madrid. De todos modos, para 2027 o así me gustaría tenerla terminada, para cerrar esta primera etapa de novelas cántabras formada por Cabárceno, MIMO, Mo-Ho, la antología Mecánica de fluidos (por la ambientación de la novela breve que titula el conjunto y la de los principales cuentos) y esta obra titulada El Margen.



P.- ¿Y tienes proyectos ambientados en Cantabria?


Sí, pero no sé si verán la luz (uno de terror estrambótico cuya primera parte está terminada) y una idea de novela negra costera, pero, a corto plazo, nada.

 


P.- Escribes terror. ¿El terror literario puede asustar de verdad?

 

Ayer, comiendo en casa con unos amigos, me plantearon la misma pregunta. O bien soy un perturbado o bien tengo el umbral muy alto, pero, en mi opinión, más que asustar, despierta inquietudes, y cualquier puerta que uno abre al autoconocimiento puede esconder respuestas aterradoras. Por ejemplo, la muerte del niño en Cementerio de animales, de King. Si te ocurriese a ti… ¿cómo reaccionarías?



P.- ¿Con qué novelas has sentido verdadero miedo cuando las has leído?


Me consta por amigos lectores que a ellos novelas como It sí que les han producido verdadero miedo, pero creo que está más asociado con las experiencias previas de cada uno y con la habilidad del autor para evocártelas. Por ejemplo con El resplandor (me ciño mucho a King, como veis), conozco casos de gente que sufría la violencia de padres alcohólicos a los que la novela les produjo un aluvión repentino de recuerdos, con el daño psicológico asociado.

 


P.- Además, eres miembro de Pórtico (Asociación Española de Ciencia Ficción, Terror y Fantasía), así que te conoces muy bien el género. ¿Qué necesita tener una novela de miedo para que te enganche? 

 

Yo creo que la clave es el flujo de conciencia en el monólogo interior. Es decir, la narrativa intimista asociada a situaciones peculiares. A una persona adulta es difícil que un monstruo le de miedo. Una situación de tensión genera suspense. Pero para que enganche, además del suspense de un thriller, debe profundizar con belleza y naturalidad en la psique de cada personaje, un espectro psicológico ampliable a la mayoría de lectores, es decir, a las personas normales. De esta manera el autor consigue que el libro le hable de tú a tú al lector. Se gana su confianza. Le invita a tomar la última copa a su casa y, entonces, le apuñala hasta la muerte.


»De igual manera, creo que una historia de terror debe conducir a uno de estos dos finales: un clímax imposible de superar donde, contra todo pronóstico, triunfe la esperanza (la superación del miedo), o un descenso de una persona de moral correcta hacia los abismos de la locura, atravesando un camino lleno de pequeños tropiezos que laceren cualquier atisbo de cordura.


 

P.- Son fechas de hacer recuento de las mejores lecturas del 2024. ¿A qué autor has descubierto este año?

 

Sé que sonará a cliché, pero he descubierto a Sanderson. Hasta la fecha, solo había leído su manual de escritura creativa. Me puse en verano con El imperio final, siendo un tipo de fantasía que frecuentaba hace años en videojuegos, y, a pesar de que el nudo se me hizo bola, fui incapaz de parar de leer cuando enfilé las últimas doscientas o doscientas cincuenta páginas. Pocos combates literarios me han transmitido tanto como el duelo entre Kelsier y el inquisidor. Gracias a ello, seguiré con la saga, sus otras obras, y empezaré con La rueda del tiempo, que tanto le influyó y que finalmente él mismo terminó.




P.- ¿Con qué tres novelas te quedas?


Entre las novelas elegidas, una sería la que acabo de decir. Otra Yo robot, de Asimov. Realmente no ocurre nada, pero teniendo presente hacia qué mundo vamos, su planteamiento de las archiconocidas leyes de la robótica y los tejemanejes de los que serían capaces las afiladas inteligencias artificiales para saltárselas me parece magistral.


»El tercero. He leído un buen puñado de libros este año. Haré que compartan el podio dos novelas detectivescas: El problema final, de Reverte, que nos trae a un Sherlock Holmes humano de una manera la mar de original, y Reina roja, de Juan Gómez-Jurado, con sus dos secuelas (no he leído los tres últimos libros del universo, pero El paciente y Cicatriz me gustaron mucho). Un amplio sector de la crítica la tacha de simple, pero, tal vez seré yo el simple (lo cual es muy probable), porque me encantaron. No pude dejar de leer. La fluidez de los diálogos, la naturalidad con la que se suceden los acontecimientos, lo emocionantes que son los continuos conflictos y la presencia de un archivillano (me encantan estos personajes) me atraparon continuamente.



P.- ¿Qué novela te ha decepcionado?


Respecto a las decepciones, destaco Erupción, la novela póstuma de Crichton terminada por Patterson. Crichton escribía mejor que eso. Para ser un thriller, no me emocionó en ningún momento, y, aunque a Crichton se le acusa de utilizar personajes cliché, creó auténticas genialidades como Ian Malcolm, además de personalizarles con maestría en los ocurrentes monólogos internos. Los de Erupción me han recordado a Megalodón, sin el atractivo de pasarte por el forro cualquier grado de precisión científica, incluir un tiranosaurio en el prólogo, e intercalar escenas en las que un colosal tiburón prehistórico devora gente a diestro y siniestro.

 


P.- ¿Qué te parece el género de terror en el sector editorial de las letras hispanas?

 

Lamentablemente no he leído demasiado. Carlos Sisí es un gran pendiente (aunque creo que sus Caminantes son más ciencia ficción), por nombrar uno, y de las numerosas obras de colegas que he comprado estos dos últimos años no he leído lo suficiente para tener una idea formada. Sí que destaco La silla, de David Jasso, que comparte conmigo un hueco prestigioso en Apache Libros. Es una novela que me entretuvo bastante a pesar de que ciertos elementos de su final no me convencieron, aunque se trata de una decisión personal. La obra se mide de tú a tú con cualquier gran éxito extranjero y sus cientos de lectores así lo avalan. Además, me ha dicho un pajarito que pronto estará en la gran pantalla.

 


P.- Necesitamos dos recomendación literarias:


Una novela de terror:

Casi siempre que hablamos de terror recomiendo El misterio de Salem’s Lot, que además tiene una película reciente en Max (bastante decepcionante, por cierto). Para romper el cerco recomendaré Si te gusta la oscuridad, la última antología de King, que ganó el premio anual de Goodreads en la categoría terror. King es bastante activo en redes y el libro tiene algunas perlitas impresionantes, como los cuentos que dan inicio y cierre a la antología (cuentos por llamarlos de alguna manera, tienen la longitud de novelas breves, y el propio libro incluye un par de ellas, por ejemplo la secuela de Cujo, Serpientes de cascabel, que es genial).


Una novela navideña:

No soy muy fan de las historias bonitas, pero para estas Navidades recomiendo un libro ilustrado publicado por Cáprica, uno de los sellos del grupo Fanes: El amor siempre vuelve: Una historia de amor en homenaje a Pablo Neruda, escrita por David, el editor, que después de un montón de años al timón ha decidido publicar un libro precioso. Es muy cortito e ideal para leer en familia, o para regalar a esa persona que siempre tiene un huequito en tu corazón.




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