Mi madre tenía un boquete
estampado en la frente
El boquete se lo hizo la pata de hierro
de un futbolín portátil
El futbolín
era mío
La mano
que blandía la pata era
la de mi padre
Recuerdo aquella noche
El cuerpo mortecino de mi madre
alfombrando el suelo
con su sangre
La pestilencia del alcohol
dibujando su mortaja en el aire
Tendría 8
Quizá nueve tacos
Aquella fue la mala leche
que amantó aquellos días
La recordaré siempre
Sus labios hinchados
La desesperación
de sus gritos ahogados
Oh, sí, mequetrefe
Odiar
es sólo un verbo
No es fácil buscar un adjetivo
y la muerte es
un sustantivo fácil
Tuviste suerte, basura
Hoy
te arrancaría la cabeza
con el pozo de amargura
que mis manos
heredaron
Rafael López Vilas