Tríptico al óleo del alma humana
Cuánto de lascivia, de onanismo
público, indisimulado, cruel
y tantas veces goloso
en los poetas y sus cantos
Sal para echarse por encima
Cuánto de lascivia, de onanismo
público, indisimulado, cruel
y tantas veces goloso
en los poetas y sus cantos
―desencantados―
al aire, al verbo que todo lo avienta
mas registraos el pecho
vosotros, todos vosotros que leéis
que incapaces de apartar la mirada
en realidad os relaméis de gusto
de oscuro placer, inconfesable placer
mojando la ropa interior del corazón
No sois, no somos
ni mejor ni peor que ellos
que ninguno de ellos
que nadie
La caída de los gigantes
Trepas por el tronco de la edad
rama tras rama
con la ayuda de pies y manos
lo mejor que puedes
siempre hacia arriba, evitándote
mirar abajo
y cuando llega el momento en el que resbalas
o se quiebra el punto de apoyo
y pierdes paso, sostén, equilibrio
y te pierdes
y caes
mientras flotas, escasamente
unos segundos
en el aire, en ese limbo hecho de angustia y miedo
entre tantas cosas te da tiempo
a pensar, a preguntarte
¿y papá? ¿y mamá? ¿y Dios?
¿y esos brazos que me cojan al vuelo
estarán, seguirán ahí
dónde se han metido?
pero la realidad es otra bien distinta
más prosaica, más cruel
tan real
su nombre es suelo
y duele
La certeza de lo inasible
Sal para echarse por encima
de los hombros
calderilla para el pozo de los deseos
y cantos de grillos
de los bolsillos vueltos
de un poeta
caen las rentas y tanto afán
Junto al vuelo de mirlos blancos
por el cielo azul
la certeza de lo inasible
más viento al viento
La verdad del tacto
Ni trago ni escupo
cómo pasar esta bola de hiel
sin hacer sangre ni asfixia
en mi garganta la razón última
de ser mundo
no ha de ser el asco ni sus gusanos ciegos
el sentir propio del poema
sino la impotencia ante tanta postura
impostada
escuchas, ves
y a pesar de litros de perfume
intuyes la única verdad que hay detrás
al tacto han de quedar bien a las claras
las razones para la duda
aun con lazos, flores y oropeles
la mierda, nunca deja de ser mierda
El sueño de los justos
"Mi mejor libro es siempre el último
que he escrito "
Charles Bukowski
Acaba aquí un nuevo libro de poemas
otro más
y aun no escribiéndolo, o sí
como final
sólo se me ocurre este verso
amarillento lugar este, donde dejarse la vida
Tomás Soler Borja, de La labor del Terminator (Balduque, 2024)