«En mi trabajo me he topado con unos cuantos mafiosos importantes y, sin excepción, son escoria humana. Pero, por malos que sean, no son tan bajos como los funcionarios públicos que están en sus nóminas. El llamado sindicato no podría existir ni una semana si no fuera por los funcionarios corruptos —incluidos policías, jueces, legisladores y abogados— que les sirven».
Pauline Tabor nació a principios del siglo pasado en un entorno rural (Bowling Green, Kentucky) y dedicó la mayor parte de su vida a ejercer como madame. Una vez jubilada, escribió estas memorias desde su apacible granja.
Si, como mujer, «emprender» un negocio hace un siglo era una tarea difícil, todavía lo era más en un gremio como ese; pero se trataba de sobrevivir. Tuvo que enfrentarse a una sociedad que de cara a la galería era una cosa, y en realidad era otra. Lidió con gangsters y con borrachos violentos, también con la policía, con políticos o con comunidades religiosas. Bregó con todo tipo de gente chunga, que además era su clientela.
«Supongo que habrá quien diga que escribo mis memorias para disculparme por la vida que he llevado, o que busco dar glamour a un negocio turbio e ilícito. Esa no ha sido mi intención. Soy muchas cosas, pero no soy una hipócrita. He tenido mis alegrías y mis penas, mis altibajos, mis sorpresas y mis decepciones. Pero nunca he perdido la fe en mí misma».
El título Pauline. Memorias de la madame de Clay Street ni puede ser más descriptivo ni la historia que contiene puede ser más real. No son unas memorias de esas que (¡oh sorpresa!) aparecen en un cajón y se tienen que dar por verídicas; Pauline Tabor existió.
En Bowling Green se han llegado a hacer rutas turísticas relacionadas con Pauline y su casa situada en el 627 de Clay Street. Gran parte de su legado se conserva en el museo de la biblioteca de Western Kentucky University, quienes nos han cedido esta foto de Pauline.
Falleció en 1992, el mismo año que Iceberg Slim, fijate tú. Pero si se hubiesen encontrado (uno en Chicago y otra en Kentucky), no habrían terminado muy bien.
«En mi opinión, un proxeneta es una basura, un ser humano totalmente despreciable que vive como un parásito a costa de las mujeres a las que consigue enganchar a la prostitución».
Curiosa sentencia viniendo de una madame, ¿eh? Pauline es una caja de sorpresas.
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Pauline (Martin) Tabor Webster (1905-1992) regentó durante casi cuatro décadas la casa de Bowling Green (Kentucky), un prostíbulo —célebre entonces— situado en el número 627 de Clay Street. Poco después de dejar el negocio, decidió contar su historia y vivencias como madame, y en 1971 apareció Pauline’s. Se tradujo hace medio siglo al español por Grijalbo (México) y es difícil encontrar ejemplares de segunda mano. Si los buscáis hacedlo con la palabra «madama», aparece así (un abrazo a la RAE).
Para esta edición, contamos con una nueva traducción escrita por Miguel Ángel Medina, también conocido como Med Vega, quien le devuelve el poderío a la voz de Pauline. Recordad: no sabemos de moda ni de eufemismos. Y por eso, incluso en el remoto caso de que ya hayas leído esta novela, no te la puedes perder con esta actualización, ¡maldita sea!
Y con Pauline estrenamos el diseño que ha creado María de la Mostaza y que seguirán los libros de esta colección. La ilustración de portada, la imponente lechera, también es obra suya. Si queréis saber qué tiene que ver una lechera con un burdel (no seáis simples, por favor), pedidnos que os guardemos un ejemplar.