Pocas las luces de Lucy, la ministra que quiere comprar
portátiles para niños y profesores que no tienen una escuela en condiciones o
caminos para ira a ella, que tienen que tirarse a un río para ir a enseñar o a aprender,
profesiones de riesgo que esta mujer quiere aliviar poniendo en sus manos un aparato
carísimo que no hay donde enchufar y no se come, porque muchos de los que
estudian tienen hambre. Otra iluminada que terminará de enterrar este país.
Y el presidente de la república, que convoca a todos a dar
ideas sobre la CSS, la enésima mesa de no sé qué para aportar soluciones de no
sé cuál, y que cuestan un platal que nadie sabe de dónde va a salir para
pagarla. Mientras, el tiempo se pasa y la Asamblea sigue en lo mismo, y ya
entramos en la dinámica del país portátil, digno de listas grises y de
desconfianzas de las que no nos van a librar ni los rofeos de El inquilino de las
Garzas: mucha testosterona y poca neurona.
Están enfermos, los tres, de un poder efímero, de una
excitación súbita, pagados de su imagen ejecutiva en los medios de todos los
colores, conscientes de que no cambiarán nada, pero qué bien sienta ser alcalde, ministra o presidente, narcisistas peligrosos que nos van a arrastrar
al peor de los escenarios: el estallido social ante la incompetencia de los que
venían a cambiarlo todo.
Artículo publicado en el diario La Prensa, martes 17 de septiembre de 2024