Óscar Soto Colás (Villamediana de Iregua, 1973) es autor de las novelas El diablo en Florencia (2017) con la que ganó el Premio de Novela Círculo de Lectores, La sangre de la tierra (2019, Esfera de los Libros) y Rojo veneciano (2023, Espasa). Además es autor del librojuego El proyecto Prometeo (2022, Suseya). Ha sido traductor de inglés y articulista en páginas sobre ciencia, arte, tecnología y videojuegos. En la actualidad vive en La Rioja, desde donde colabora en diversas publicaciones sobre arte y cultura en general. Dirige y presenta el podcast La Divina Comedia y es coordinador literario de las Jornadas de Novela Histórica Reino de Viguera.
P.- Óscar, ¿de qué trata tu novela?
Como todas las historias admite
varias lecturas. Aparentemente narra la vida de una pintora ficticia en el
siglo XVII y sus afanes por dedicarse a ello. Una lectura menos superficial
desvela que habla de la eterna tensión entre ser aquello que queremos ser y lo
que la sociedad, la costumbre o los prejuicios nos obligan a ser. Todos los
personajes, comenzando por Juana, la protagonista, y acabando por Diego de
Velázquez, se encuentran en esa disyuntiva.
P.- ¿Por qué has querido hablar sobre la pintura barroca?
La idea original era contar la vida
de un pintor español que viaja a Italia a formarse, pero antes incluso de
ponerme a ello me di cuenta de que la verdadera historia era ser mujer y querer
dedicarte a pintar en aquella época. Es un pequeño homenaje a todas las mujeres
artistas cuya obra no nos ha llegado o ha quedado olvidada.
P.- ¿Qué hay de cierto en el personaje de Juana de Castro?
¿Qué te ha aportado esta pintora?, porque es imposible no enamorarse de ella…
Cuando decidí contar la historia de
una mujer pintora en el barroco, pensé novelar la de alguna artista real como
Artemisia o Sofonisba, pero me decanté por crear el personaje. Lo curioso es
que, tras estructurar la novela, leí varias biografías de mujeres artistas y
resultaba que mucho de lo que yo había imaginado para Juana les sucedía a
ellas.
P.- El título creo que es un acierto cargado de significado: Rojo veneciano. ¿Tenías otros títulos en mente?
El título original era La pintora,
pero definitivamente era muy sencillo y poco evocador. La idea era encontrar
una frase relacionada con el mundo del arte que sonara atractiva. Lo de Rojo veneciano se le ocurrió a mi mujer, Cristina, y a todo el mundo en la editorial
le parecía un buen nombre.
P.- Sí, con la novela histórica te evades y haces que el
lector viaje. Pero habrá que habido un proceso de documentación previo. ¿Cómo
ha sido esa labor?, ¿a qué fuentes has acudido?
Decenas de libros sobre arte,
biografías, ensayos sobre el barroco y el siglo de oro. He podido charlar con
un par de expertos e incluso restauradoras, porque una de las cosas en las que
quería incidir era en traer el modo de hacer arte del XVII al presente. Las
técnicas y facilidades han cambiado mucho. Y afortunadamente vivimos en una
época en la que tenemos internet, si sabes buscar es una fuente enorme de
investigación.
P.- Me ha parecido sublime el capítulo X. ¿Dónde te
documentaste para hablar de la peste que asoló Venecia en el siglo XVII?,
¿tuviste ocasión también de viajar a Venecia?
Encontré un librito de un monje
italiano que había vivido la Gran Peste de 1630 y narraba sus desventuras en
Venecia. Fue una fuente maravillosa de información. Con eso y un mapa de la
ciudad del siglo XVII dibujé un recorrido detallado de Juana. También recurrí a
la experiencia que todos tuvimos en el confinamiento. Es sorprendente darse
cuenta de que en momentos como esos no somos muy diferentes de un italiano o
italiana del XVII.
P.- ¿Te has permitido muchas licencias históricas?
La literatura es una metáfora de la
realidad, pero creo que esta es lo bastante interesante como para no tener que
modelarla a tu gusto. No creo en las licencias históricas, creo en el trabajo
de escritura y rescritura hasta que los hechos encajan de modo certero en tu
historia. No al revés.
P.- ¿En la corte de Felipe IV hubo una escuela de mujeres
pintoras?
No que sepamos. Las mujeres de la
alta nobleza podían estudiar música y poco más. Trabajar con las manos estaba
mal visto. Los artistas eran poco más que artesanos. Precisamente, en la época
en la que está ambientado Rojo veneciano, se comienza a dar un cambio que
propician artistas como Rubens, Van Dyck o Velázquez. Se codean con los
poderosos y saben reivindicar un nuevo papel.
P.- Hablemos de arte. ¿Qué pintoras barrocas o de otros momentos pictóricos nos recomendarías?
Uf, la lista es muy extensa:
Sofonisba Anguissola, Lavinia Fontana, Artemisia Gentileschi, La Roldana, Marie-Guillermine
Benoist. Impresionistas como Berthe Morisot o Marie Cassat. Más recientes Maruja
Mallo, Maria Blanchard, Natalia Goranchova, Tamara de Lempicka, Georgia O
Keefe, Ana Mendieta… Hay un libro genial de Katy Hesel titulado Historia del
arte sin hombres muy recomendable.
P.- ¿Qué querías aportar con esta novela que, desde mi punto
de vista, no estaría nada mal que formara parte de las lecturas obligatorias en
los institutos?
La idea es muy sencilla: si tenemos
genios masculinos como Velázquez, Goya, Rembrandt. Si vamos al Prado y nos
maravillan los Tiziano o Pradilla… ¿no sería genial tener el doble de obras
maestras si las mujeres hubiesen podido ser lo que quisieran ser?
P.- En el año 2019 publicaste La sangre de la tierra
(La esfera de los libros), ambientada en Haro, la Rioja, y que tuve el honor de
leer. En ambas nos muestras una misoginia exacerbada. ¿En qué manera te
revolvía este tema?, ¿no te emocionabas?
Es inevitable emocionarse y sentirse
asqueado, pero la labor de un escritor es contar, emocionar, descubrir, pero
nunca sermonear. Los personajes son misóginos o clasistas o sencillamente actúan
mal porque hay gente así en el mundo real. Esos son los que me preocupan,
los ficticios no saltan del papel.
P.- Necesito leer otra novela tuya, ¿podrías avanzarnos qué
tema tratarías en tu siguiente historia?
¡Gracias! Estoy ultimando algo.
También relacionado con el mundo del arte, aunque cambio un poco de registro.
Espero que salga en 2025.
P.- ¿Podrías recomendarnos una novela histórica escrita en español? Y si también trata sobre el mundo del arte, mejor. Y una segunda recomendación, ¿podrías recomendarnos una novela que no tenga nada que ver con el género histórico ni con el arte?
Te voy a recomendar dos de cada, una
española y otra no. Cualquiera de la trilogía sobre Cromwell de Hillary Mantel, y Breo, de Francisco Narla. En cuanto a otro género, Obra maestra de Tallón, y
Canadá, de Robert Ford.
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¿DÓNDE ENCONTRARLO?
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