Para ser la vez primera necesité
la organización de los aguaceros
el canto del tentenelaire y la complicidad
de la sal marina
aún húmedo
fuera de la vía del parto
en la coreografía del fórceps
en el baile en sangre
de la presión de mis sienes, sigo
me equivoqué contigo
ahora que no me amamantas de porvenir
y tengo hambre
por tu ausencia de madre líquida
lengua templada y lametones
en los ingredientes del llanto me expreso
con la dignidad de las encías te llamo
y no vienes
madre llanto madre abismo
hoy he llorado verde:
lágrimas y clorofila/ fotosíntesis/ azúcares/
*
escribo
desde la naturaleza que me asume, es decir
desde la árida figura que deja atrás la cumbre
escribo
con todo el invierno por delante y un insoportable olor a gasolina
escribo
con un eslabón dentado en la corteza y verso sobre la profundidad de los tallos
escribo directamente en su albura
escribo
porque las motosierras no tienen piedad
escribo cuando asisto a la celebración
de la caída de un tronco
escribo
porque mi ecologismo es un baño de savia
y cada vez más parece un derramamiento de sangre
escribo cuando ellos dicen tala y yo ejecuto
escribo
porque quien ha visto caer un árbol
por la mano del hombre
lo recuerda siempre
escribo
con trazos salvajes para no echarles de menos
escribo
porque quien se adentra en el bosque tiene solo tres alternativas:
contemplar
intervenir
o huir
escribo porque no sé defender ni una espiga
*
más allá del nombre de esas flores
hay un niño que golpea una piedra
y produce pedacitos de relámpago
que cuajan feroces
sobre la brizna muerta
así se empieza una hoguera
en el patio del colegio
y porque vemos esa lámpara arder nos maravilla:
su calor tranquilo
el brillo en la punta de la llama
y lo hipnótico de su baile apasionado
en algunas aulas queda aún rabia encendida
el desconsuelo del humo
y amantes de nostalgias
y días, en los que las semillas que desconoces
te traen la felicidad del cóctel molotov
ardiendo en el recibidor de una sucursal bancaria
se sabe dónde está el muestrario de luces
las luciérnagas y las oscuridades
necesarias para iluminar nuestras cavernas
se conoce
la crueldad del sol en los veranos
y cómo ejerce su violencia sobre el matorral cadáver
la tierra extenuada y sin consuelo
percibimos la escasez de agua
dominamos los vocabularios
y el lenguaje de la destrucción
hacemos el amor piedra contra piedra
nos queda el ruido seco del gemido y después
el placer por la ignorancia