Mayte Esteban: «Segovia es hermosa hasta en sus peores momentos»


 

Mayte Esteban (Guadalajara). Lectora inquieta desde niña, autopublicó su primera novela en el año 2009. En 2014 dio el salto al mundo editorial con Detrás del cristal, tras de cosechar con ella un sobresaliente éxito en digital. Después, fue finalista en el XI Premio Internacional de Novela Romántica HQÑ con la novela La chica de las fotos, y ganadora en la X edición con Sin fecha de caducidad , una novela que habla del acoso en las redes. En 2019, publicó La colina del almendro, un conmovedor viaje a la Inglaterra de principios del siglo XX en el que el amor, la guerra y la entereza de una joven mujer se enlazan con las reivindicaciones del movimiento sufragista. Es autora de otra decena de novelas, entre las que destacan Aunque te cueste la vida y Años de mentiras. Mayte estudió Geografía e Historia antes de convertirse en escritora. Desde hace más de dos décadas reside en Cantalejo, Segovia, y es la fuerte vinculación que siente con esta tierra que la ha llevado a escribir La lectora de Bécquer.







P.- Mayte, ¿de qué trata La lectora de Bécquer?

 

Es una ficción histórica ambientada entre finales del XIX y principios del XX, que refleja el juego de relaciones sociales en una Segovia marchita tras el duro golpe que ha supuesto la desamortización y la crisis derivada del Desastre del 98. El núcleo de la trama se centra en un crimen en las fiestas de San Juan y San Pedro de 1902.

 


P.- ¿Por qué es importante el poeta sevillano en la novela?

 

Para Ana, el libro de Bécquer es una tabla de salvación en medio de su naufragio vital. Se ve reflejada en esos poemas, en los sentimientos exaltados que a veces la hunden en la melancolía y otras sacan a la luz su temperamento. Durante una parte de la novela, huye de la realidad con el libro entre las manos, pero cuando sale de esa indolencia y siente la necesidad de buscar justicia, su espíritu romántico, como el de Bécquer, se pone de manifiesto.

 


P.- ¿En qué te has tenido qué documentar? Cuéntanos un poco cómo ha sido esa labor de documentación (libros, visitas a bibliotecas, entrevistas, etc.).

 

Cuando escribo una novela, hay una fase previa de documentación que abordo mientras voy perfilando la trama. En esta novela, además de un montón de libros de historia de España y de Segovia, he leído muchísima prensa, un TFM valiosísimo para orientarme con la bibliografía, e incluso un programa de fiestas de la época y un plano de la ciudad, elaborado por el periodista Félix Gila en 1907 que aún tengo en mi mesa. Pero no toda la documentación la abordo antes de escribir, hay hechos concretos que voy encontrando a medida que avanza la escritura que debo solventar de manera paralela. Incluso en la fase de corrección. Y he dado largos paseos por la ciudad, creo que los lectores lo están notando mucho.

 


P.- Háblanos de Ana, la protagonista. ¿En quién te inspiraste para crear a este personaje?, ¿qué querías transmitir a través de ella?

 

Ana, la protagonista, es un personaje que, a semejanza de lo que le sucede a Segovia, va cayendo poco a poco. Su declive es un reflejo del que sufre la ciudad en la época de la narración; languidece en su aislamiento, viendo cómo otras urbes cercanas desarrollan nuevos modos de vida, mientras ella se va quedando atrás, porque no tiene el coraje de abordar los cambios necesarios. Ana se queda sola, aislada, sin capacidad de reacción y eso es su ruina, aunque, igual que Segovia, se sobrepondrá.

 

»Yo quería un personaje que reflejase el espíritu del Romanticismo literario, contradictorio, temperamental, capaz de fluctuar entre la melancolía y la exaltación. Ese idealismo romántico que rezuma la poesía de Bécquer termina de dibujar a Ana. Además, en su biografía, puse un paralelismo con la del poeta. Ambos se quedan huérfanos más o menos a la misma edad y son educados por tíos.

 


P.- La historia está ambientada a finales del siglo xix y principios del siglo xx. ¿Por qué has querido desarrollarla en este contexto histórico?, ¿cómo era Segovia por aquel entonces?

 

He elegido este momento porque en su momento leí el Itinerario sentimental de Julián María Otero (1915), quizá el libro más bonito que se le ha escrito a Segovia nunca, y me di cuenta de algo cuando buscaba una época: Segovia es hermosa hasta en sus peores momentos. El principio del XX no es el más boyante de la ciudad y, sin embargo, sigue siendo magnética.

 


P.- He oído en otra entrevista que te hicieron en el canal de Las Chicas Britt que tu madre escuchaba los capítulos que ibas escribiendo, casi en tiempo real. Me encanta. ¿Cómo recuerdas todo ese proceso?

 

Fue maravilloso. En primer lugar, recibía un feedback inmediato sobre lo que había escrito. Después, cuando lees en voz alta, detectas errores en la narrativa que a veces te pasan por alto si solo repasas lo escrito con los ojos. Y, finalmente, ella no me pasaba ni una, enseguida me preguntaba dónde estaba su capítulo diario si me retrasaba, así que la escritura del borrador fue bastante rápida. Yo le recomiendo a todo el mundo que pruebe a hacer esto; si encuentras a alguien entusiasta, se te contagia a ti.

 


P.- Actualmente vives en Cantalejo y has escrito un libro ambientado en Segovia. ¿Cuál es tu relación con esta maravillosa provincia?

 

Hace exactamente la mitad de mi vida que vivo aquí. Teniendo en cuenta que de los primeros años no te acuerdas, creo que ya soy casi más segoviana que alcarreña. Vine cuando me casé, haciendo el proceso inverso que hace la gente: de la ciudad al medio rural y no quiero volver a la ciudad, aunque aquí cada día sea todo más complicado. Pasé los cinco primeros años en Turégano, de donde es mi hijo mayor, y hace ya 23 años este verano que me mudé a Cantalejo, de donde es mi hija. He sido madre en Segovia, eso marca.

 


P.- También has presentado tu anterior novela, Aunque te cueste la vida, en la biblioteca de Cantimpalos. ¿Podrías hablarnos de otros talleres, presentaciones, etc. que hayas hecho en la provincia de Segovia?

 

Durante cuatro años coordiné un taller de narrativa en Cantalejo, en el Centro Cultural. Desde que arrancó La lectora de Bécquer he estado en la Casa de la Lectura de Segovia, y, tras pasar por la Feria del Libro de Madrid, la he presentado en Cantalejo y en Navares de las Cuevas. Es solo el principio, después del parón del verano tengo citas de nuevo en Cantimpalos, en Cuéllar, en Brieva y voy a hacer una ruta con lectores por la ciudad, por los escenarios de la novela. Eso es lo que está cerrado, además hay un par de pueblos que aún están sin fecha, tengo previsto volver a Segovia y, por supuesto, iré a Guadalajara. A partir de octubre, ya veremos. Yo estoy dispuesta a recorrerme la provincia.

 

 »Como hace muchos años que publico, llevo incontables presentaciones, pero no solo en Segovia. Una de mis novelas, La colina del almendro, la presenté en Sevilla y Córdoba.

 

 

P.- Ya has publicado mucho, ¿no has pensado en mandar algún manuscrito tuyo a una agencia literaria?

 

Ya no. Lo hice en su momento, por probar, y la respuesta me pareció una auténtica tomadura de pelo. Pensaba que los agentes eran personas serias que se ocupaban de buscar a los autores los mejores contratos porque eso revertiría en sus emolumentos, y me encontré que la «presunta agencia seria» me pedía dinero por adelantado para leer mi manuscrito. No lo hice siendo novata, fue el verano pasado y con La lectora de Bécquer. Yo sola conseguí en un mes lo que quería para ella sin agente. ¿Me estoy perdiendo algo? Pues puede que traducciones a otros idiomas, pero la verdad es que me preocupa entre cero y nada. En HarperCollins me tratan de maravilla.

 


P.- Segovia. ¿Sabrías decirnos otras novelas ambientadas en esta provincia para conocerla aún más?

 

Hay un trocito de otra de mis novelas, Brianda, que transcurre en Turégano (siempre se me olvida y he decidido recordarlo). Me han hablado muy bien de Hontoria, de Juan Carlos Galindo, pero si tengo que recomendar una novela de Segovia no tengo duda: Itinerario sentimental de Julián María Otero. Machado contó maravillas de la prosa de este autor.

 


P.- Mayte, necesitamos dos recomendaciones para leer en verano. ¿Podría ser una novela histórica y otra que se amena, fresquita y apta para el calor?

 

No os podéis perder Entre hilos de silencio, de Pilar Muñoz. Recorre 60 años de la historia de España a través de la vida de un personaje, Esperanza, y habla de cómo lo que nos rodea nos condiciona a la hora de ser consecuentes con nuestros sentimientos. Está ambientada en Pozoblanco (Córdoba) y la prosa es una delicia. Es de esas novelas que no quieres que se acaben.

 

»Y fresquitas, te digo dos. Una es Un asunto delicado de Nuria Llop, un cozy mistery de los que están tan de moda, que empieza con un detonante muy intrigante. Blanca Lledó, la viuda propietaria de una residencia de artistas en la Barcelona modernista, se encuentra con que en una habitación aparece el cadáver de su marido... solo que hace dos años que lo enterró y ese hombre, que sí es su marido, está recién muerto. Se propone investigar qué pasó. Te ríes mucho con ella. Y la otra es de mi autora favorita de comedia romántica, Sophie Kinsella, Amor y otros desastres. Una empleada estresada acaba en un hotel que visitaba cuando era pequeña con sus padres. Es temporada baja y solo hay otro cliente. Kinsella es capaz de mezclar las situaciones más desternillantes con otros momentos emotivos.



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