Lo que hay que recordar de estos juegos olímpicos es que ocho deportistas panameños están compitiendo, y que lo hacen básicamente por su propio tesón y disciplina, y no por el esfuerzo del gobierno por dotar al país de las infraestructuras necesarias para poder crecer como «nación deportiva» que, como la «nación cultural», mueve el PIB por más que no se quiera reconocer. Aunque es cierto que tenemos otras prioridades como país, necesitamos tomarnos en serio la cultura y el deporte.
Queda en nuestra memoria olímpica la intervención de Hillary Heron en estos Juegos de París. La elegancia, la técnica y el esfuerzo; la mirada orgullosa de sus padres; los nervios de su familia y sus admiradores; la complicidad con sus entrenadores; la camaradería con las demás deportistas; lo bien que quedó su leotardo azul (diseñado por ella) y que le gustó a la mismísima Simone Biles; la épica al verla ejecutar el «Biles» y hacer historia. Otra vez el talento panameño haciendo lo imposible a pesar de todo: esa es la memoria que no debemos perder.
El tricolor panameño recorriendo el río Sena que vio morir a Javert en Los Miserables, es ya memoria deportiva de nuestro país, un recuerdo de todo lo que debemos ser y de todo lo que nos toca por hacer. Y si le sumamos el lema olímpico de Pierre de Coubertin ya tenemos tarea para el nuevo gobierno de RM en materia cultural y deportiva: «Más rápido, más alto, más fuerte, juntos». Ojalá que no se duerman en los laureles.
Artículo publicado en el diario La Prensa, martes 30 de julio de 2024.