UNA MANO TOCA, Y LA OTRA DESHACE LA ANSIEDAD por MARCELO TETTAMANTI



Una mano toca, y la otra deshace la ansiedad,
el tacto es todo, terapia y vida.
Heredó la fuerza de la nana... duérmete mi niño…

La caricia regala un tiempo muerto en la lucha.
Después, ha de volver la ropa,
el atavío de hermetismo y soledad.
Vuelve el tiempo vacío, nauseabundo,
como un nido lleno de pichones muertos.

Un tiempo sin tiempo.

Vagando hasta difuminar una vez más
el recuerdo de la mano que surcó
espinas de vértebras marchitas,
dejando a su paso resaca de pétalos.

Un tiempo donde el deseo cosechado
rebrota hasta la nueva siega.

Una mano toca, y la otra deshace la ansiedad,
tú abres la caja con un beso, y por un momento,
los dedos son manecillas de un reloj que no marca horas,
sólo un tiempo nuestro.
 
La rutina distancia la piel de la piel,
sobrevivimos con miradas que barruntan
un baile horizontal de cama y timbales rojos.

Una mano toca y la otra, la tuya, deshace la ansiedad.

Marcelo Tettamanti


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