En el ordenador,
tecleo palabras ya manidas
que borro una y otra vez
como el niño que insiste
en su castillo de arena.
Pero no es el mar lo que tengo delante,
majestuoso y rugiente,
sino un viejo edificio con achaques
y ropa colgada en sus ventanas.
Banderines de feria
en esta celebración de la rutina.
tecleo palabras ya manidas
que borro una y otra vez
como el niño que insiste
en su castillo de arena.
Pero no es el mar lo que tengo delante,
majestuoso y rugiente,
sino un viejo edificio con achaques
y ropa colgada en sus ventanas.
Banderines de feria
en esta celebración de la rutina.