EL ROCE Y EL HALLAZGO
En la superficie del sí.
En esta floración
que nace de la hondura
y se hace ingente al contacto con la luz.
Codo a codo frente al espanto.
Vivo, el pan y la caricia de los que aman.
ARCADIA
El sol y el silencio
trazo inocente
de mano niña.
Mediodía y ruido ausente.
Lugares donde la muerte
va más lenta.
SALÓN DE HAIKU
Estos desiertos
cegados de oropel,
mares vacíos.
FULGOR EN GRITO
Atrás quedó un nosotros:
un edén embalsamado
de mil noches.
El tiempo y su cirugía.
Boca arriba la lluvia
silvestre y sonora.
De ledo olvido,
las regiones y los cienos.
UNA MIRADA
Lo simple y su beldad.
Al vuelo en su simetría
y el amor, cuando es recíproco.
Es el éxtasis del ojo
el fuego que nos lleva.
Clara es la hora encendida
aunque venga con sus sombras.
SALÓN DE HAIKU
Estos desiertos
cegados de oropel,
mares vacíos.
En la superficie del sí.
En esta floración
que nace de la hondura
y se hace ingente al contacto con la luz.
Codo a codo frente al espanto.
Vivo, el pan y la caricia de los que aman.
ARCADIA
El sol y el silencio
trazo inocente
de mano niña.
Mediodía y ruido ausente.
Lugares donde la muerte
va más lenta.
SALÓN DE HAIKU
Estos desiertos
cegados de oropel,
mares vacíos.
FULGOR EN GRITO
Atrás quedó un nosotros:
un edén embalsamado
de mil noches.
El tiempo y su cirugía.
Boca arriba la lluvia
silvestre y sonora.
De ledo olvido,
las regiones y los cienos.
UNA MIRADA
Lo simple y su beldad.
Al vuelo en su simetría
y el amor, cuando es recíproco.
Es el éxtasis del ojo
el fuego que nos lleva.
Clara es la hora encendida
aunque venga con sus sombras.
SALÓN DE HAIKU
Estos desiertos
cegados de oropel,
mares vacíos.
Nicolás Corraliza