P.- ¿Qué te llevó a
tener una librería de barrio?
Una serie de afortunadas circunstancias. Muga ha sido un
proyecto familiar. Mi padre, Gabriel Muñiz, siempre tuvo la ilusión de abrir
una librería y en esa época apareció el local en el que está la librería
actualmente, en Vallecas. Su idea inicial era ofrecerle el proyecto a gente
conocida, con experiencia. Pero con dos amigos míos de aquella época, Santiago
Gerchunoff y Facundo Ladaga, todos estudiantes de Filosofía de la Universidad
Complutense, le convencimos que nos dejara probar a ponerlo en marcha a
nosotros. Justo antes de empezar el proyecto se unió Pablo Bonet, actual
Secretario del Gremio de Librerías de Madrid, y ahí, en diciembre de 2000 nos
plantamos en Vallecas, con poco conocimiento y mucha ilusión.
P.- Abristeis en el año
2000. ¿Cómo ha ido cambiando la librería con el auge de las redes sociales?
En estos veintitrés años, la librería yo diría que ha cambiado más por otros motivos: la visibilidad de las mujeres en el mundo del libro ―no solo como lectoras, que siempre fueron más, sino como trabajadoras y creadoras dentro del sector―, el abaratamiento de la impresión digital o los cambios en los modelos de distribución del libro.
P.- ¿Y con las redes sociales?
Lo que ha cambiado
principalmente es el perfil del cliente de la librería: ya no viene a la
librería a consultar y conocer lo que hay de nuevo. Ahora cada lectora sabe lo
que quiere en la mayor parte de los casos y, en eso, las redes sociales han
abierto camino para informar, publicitar y prescribir. No es que las librerías
hayamos dejado de recomendar libros, pero ahora hay mucha más información.
»También tiene para mí una consecuencia en los hábitos de
consumo: las redes sociales han alentado el consumo por internet, es decir, el
comercio online. La valoración que haga cada uno de eso ya es personal, la mía
en concreto no es rotundamente positiva: tiene luces y sombras.
P.- Trabajas con un
amplio equipo de mujeres, ¿cómo os repartís el trabajo?
De hecho, todas son mujeres salvo yo (María José, Rita,
Mirela, Goizargi, Ana, Marina y Marta). Hemos pasado de empezar cuatro hombres
a que ahora solo hay mujeres y yo quedo como el resto no divisible, ja, ja… Para
referirme a la librería y lo que hacemos, yo hablo en femenino ya. Es, como te
decía, una consecuencia del lugar cada vez más evidente que ocupan las mujeres
y que sostiene el mundo del libro. En Muga trabajamos ocho personas, mucha
gente, debido principalmente a que durante años hemos trabajado con intensidad
con los libros escolares (lo cual, desgraciadamente, está en un momento de
progresiva desaparición), y eso nos daba ingresos por diferentes vías. Ahora
tenemos que “reinventarnos”, como dice el lenguaje moderno de la empresa y del
crecimiento personal, si es que es posible eso de “reinventarse”.
»El trabajo nos lo dividimos de la mejor manera posible atendiendo a nuestros objetivos, y somos flexibles a la hora de hacer cambios que nos hagan adaptarnos mejor. Si trabajas por la tarde, te toca más atención al público. Si trabajas por la mañana, toca más “intendencia”: administración, recepción de pedidos, colocación, atención a editoriales y distribuidoras, etcétera. Y luego cada una sabe un poco más de alguna sección y se convierte en referencia de esa sección. Y por supuesto, hay cosas que hacemos todas: organizar y gestionar las actividades de la librería, recomendar libros, hacer devoluciones a las distribuidoras, en fin, los “básicos” de Muga.
P.- Sois una librería
del barrio de Vallecas, ¿cómo es la literatura en este barrio madrileño
(hábitos lectores, qué leen más, etc.)?
Como en cualquier librería de cualquier ciudad. Si acaso, lo que condiciona más la lectura de nuestra clientela es su edad y su pertenencia a una determina extracción social. Vallecas, todo el mundo lo sabe, son dos distritos mayoritariamente habitados por “clases” populares y, aunque es un pelín “tópico”, orgullosas de serlo. Por tanto, siempre se leerán un poco más a escritoras y escritores que conectan con esa realidad, con las esperanzas, los proyectos y la historia de las personas de los barrios humildes y dignos de una gran ciudad. Pero, como ha sucedido siempre en los barrios, se le da un auténtico e incondicional aprecio a la cultura como manera de mejorar la vida de las personas. A toda la cultura.
»Y con respecto a la edad, nuestra zona ha sido siempre una
zona de gente joven, familias que empiezan, con niños pequeños, la primera
hipoteca… La sección infantil, claro, ha sido prioritaria siempre para
nosotras. Pero la subida de los precios de las casas, también en nuestra zona,
ha ido haciendo más difícil la vida de las familias y ahora quizá, hay menos.
Pero a cambio hay muchísima gente joven en Vallecas, estudiantes, gente que
tiene sus primeros trabajos, muy conectada con la vida cultural de la ciudad,
pero que acaban viviendo en los barrios. Y eso, en la librería, lo notamos
mucho, muchísimo: la narrativa y el ensayo que más vendemos ahora ha cambiado
mucho con la que vendíamos hace cinco o diez años.
P.- ¿Por qué no vendéis
libros por Internet?
Porque mucha gente lo hace y no aportaríamos nada especial. No buscamos que nos compre una persona de Zaragoza o de Cádiz, porque allí ya tiene, o debería tener, una librería cerca. Esa no es nuestra filosofía. Nuestra filosofía es la de un comercio de proximidad, de cercanía. Y podemos hacerlo porque en nuestro entorno todavía vive mucha gente. ¿Por qué alguien de Barcelona, de Burgos o de otro barrio de Madrid nos va a comprar a nosotras un libro que todo el mundo tiene o puede tener? Si quiere comprárnoslo porque nos conoce y le gusta lo que hacemos, tiene varias maneras para hacerlo y no necesitamos el comercio electrónico para ello
»Sí, hemos vendido por internet. Durante años hemos trabajado y trabajamos con una escuela de psicoanalistas a nivel estatal, y para ellos teníamos una página web que funcionaba bastante bien. La dejamos después de la pandemia para explorar otros modelos. Vendíamos por internet esos libros porque eran especiales y era difícil encontrarlos.
Nosotras conocemos a las personas por su nombre, no a todas,
pero sí a muchas. Muga es un sitio cercano, la gente nos conoce y nosotras
conocemos a la gente. Cuando hicimos el último cambio de logo le pusimos el
lema “Gente & Libros”, también usamos otro lema “Buscamos libros,
encontramos personas”. Esa es la principal manera en la que estamos presentes.
»Por otro lado, en general nosotras no invertimos en
publicidad. Todo el dinero que usaríamos para la publicidad lo llevamos
destinando dos décadas a pagar actividades que supongan un coste para la
librería. La mayor parte de las presentaciones o encuentros en la librería no
nos cuestan dinero, pero algunas sí, principalmente las actividades para niños
que requieren de profesionales que sepan hacerlas bien. Gastamos dinero en eso.
Es decir, nuestro calendario de actividades, como sabes muy amplio, es nuestra
manera de presentarnos y de ofrecer cultura al barrio.
»Por último, siempre hemos querido ser una referencia para uno
de los lugares donde más se necesitan y se usan los libros: las escuelas
infantiles, los colegios, los institutos. Hemos trabajado y trabajado con todos
o casi todos los centros educativos de Vallecas, porque para educar necesitas
libros, y eso es lo que nosotros vendemos.
P.- ¿Cuál es el punto fuerte en Muga?, ¿qué se vende más?
Como te comenté más arriba, la sección infantil, especialmente entre 0 y 6 años, siempre ha funcionado muy bien. De 6 a 12 años lo hacemos muy bien también. La literatura a partir de 12 años es más complicada, hay que ser muy buena para atraer a las adolescentes. Lo conseguimos pero hay librerías que son referentes.
»Por supuesto, la narrativa es fundamental para nosotros. Las distribuidoras nos consideran una librería “literaria”, frente a un modelo de “gran consumo” o best seller. Vendemos de todo, pero vendemos más la literatura que nos gusta. Y también vendemos mucho ensayo, especialmente de humanidades, pero también científico. Y no me debo olvidar del cómic, cuya recuperación y consideración como un género mayor, para todas las edades, es una gran noticia de las últimas décadas.
P.- ¿Vendéis novelas de
autores vallecanos?, ¿y novelas autopublicadas?
Por supuesto que vendemos libros de autores vallecanos. El
libro Historias de entrevías, de Sixto Rodríguez Leal es uno de nuestros
últimos best sellers, por ejemplo.
»Y sí, vendemos libros autopublicados. Por supuesto, en la
industria y en las editoriales independientes en líneas generales se publica
mucho mejor. El filtro de un editor y de toda la gente que trabaja en las
editoriales es insustituible, pero en el mundo de la autopublicación encuentras
cosas preciosas de vez en cuando, hechas con mucho cariño y con toda la
ilusión. Si vemos que puede haber interés en nuestro público objetivo, ¿por qué
no íbamos a dar espacio a libros autopublicados?
Las mesas de novedades no se cambian de golpe. Cada semana se
ponen algunos libros y se quitan otros. Yo calculo que cada dos o tres meses el
ciclo de presencia de las novedades se completa y, como el cambio de la última
capa de la piel humana, nuestra “mudanza” de piel finaliza y vuelve a empezar.
Sobre si está saturado o no el mercado, desde una librería no
podemos decirlo. Para nosotras, sin duda, el volumen de novedades es
inabarcable. La cuestión es si el sector de las librerías, conjuntamente, puede
asumirlo. A cada una de las librerías por separado, por supuesto, nos desborda.
P.- ¿Cuáles son las
novelas que ahora pegan con más fuerza?
Muga es un sitio donde conviven con bastante armonía los
grandes autores de la literatura con las voces nuevas que se abren camino en el
mundo del libro. Y eso, ojo, no es tan habitual. Vendemos muchos libros de Luis
Landero, Antonio Muñoz Molina o Julia Navarro cuando sacan novedades. Pero
vendemos tanto o más de Alana Portero, Brenda Navarro o Layla Martínez. Esa es,
creo, nuestra principal labor. Hacer emerger lo que no se vende solo, y
colocarlo al mismo nivel que todo lo demás, para que el público lector lo pueda
descubrir.
P.- Vosotros creáis un
vínculo entre librero y lector, pero ¿tenéis contacto con los editores?
Por supuesto. Adoramos a muchas y muchos editores (no a
todos, ja, ja). Y muchas de las editoriales nos quieren también, nos proponen
cosas, nos mandan libros para que los leamos antes de que se publiquen. Nos
facilitan el trabajo, porque saben que cuidamos el suyo. Nos gustaría hacerlo
con muchas editoriales más, pero eso es parte del desborde del que te hablaba
arriba. Ahora mismo tenemos una campaña con la editorial de cómics infantiles
Komikids y en un par de semanas empezamos con una campaña con los libros de
ciencia de La Catarata Ediciones. Como ves, no todo es literatura en Muga…
P.- ¿Qué cambiarías en
esta rueda del sector del libro?
Cambiaría bastantes cosas puntuales, por ejemplo, la gestión
que están haciendo las administraciones de los libros de texto que están
haciendo que las librerías/papelerías de toda la vida estén desapareciendo año
tras año… y lo que queda.
»Pero algo central que revisaría en el sector del libro y sé
que es algo polémico, especialmente en mi propio gremio, es el sistema de
compras y devoluciones en las que nos movemos. Creo que este sistema responde a
una época de España en la que lo fundamental era publicar y publicar, publicar
por encima de todo, para recuperar el tiempo perdido con los países europeos de
nuestro entorno. Pero ahora no estamos ya en ese punto, estamos en una época
que la racionalización de los recursos y los procesos, atendiendo a la ecología
(a la del planeta y a la de la ecología social), es fundamental. Y en mi
opinión, no solo eso, la precariedad de algunos oficios del libro está
directamente vinculada con la necesidad de que haya mucho libro circulando en
el mercado. Creemos que este sistema de devolución libre nos beneficia a todos,
pero yo creo que no, aunque no tengo todos los datos para sostenerlo. Los
costes ocultos de este sistema deberían aflorar y, por supuesto, como siempre,
lo pagan los eslabones más débiles de la cadena.
P.- ¿Podrías
recomendarnos una novela que ya no esté en la mesa de novedades?
Pues no te voy a recomendar una novela, sino un libro breve de relatos cortos sobre figuras conocidas y menos conocidas de la música del siglo XX, que fue protagonista de una de las últimas y maravillosas presentaciones que tuvimos en la librería. Se trata de Una idea de felicidad. Momentos fulgurantes de la música en el siglo XX, de Maitane Beaumont Arizaleta, editado por una pequeña editorial catalana que se llama Temporal. No es exagerado decir que este libro, cercano y amable, te puede dejar una sensación parecida a la que tuviste si leíste los Momentos estelares de la humanidad, una de las obras maestras de Stefan Zweig. Bebe de similares fuentes literarias y, aunque es un libro pequeño, brilla mucho, como una estrella en su fase más fulgurante.
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¿DÓNDE ENCONTRAR A MUGA?
Avenida Pablo Neruda, 89. Puente de Vallecas, Madrid