ODA A PATTI SMITH por JAVIER VAYÁ ALBERT



Quién con inevitables ojos de agua
en el espinazo de los siglos.
Quién sostiene los hilos de la rabia
durante el tañido de las campanas.
Qué sol y qué luz ha de necrosar
en qué mañana eviscerada.
Qué ser, saldrá a su ventana
en la hora más cruel del alba
y atrapará a los días nonatos
los mimará y bendecirá
en el cuenco de sus manos
y los regresará ya no taimados.

Hoy me besa una canción de Patti Smith
como Salomé besa la cabeza cercenada
de San Juan Bautista.
Como Leopoldo María Panero
besa el cráneo muerto de su madre.
Como una madre corrupta
besa a sus vástagos
antes de suministrarles heroína.
Oh hermana, la gente tiene el poder
y precisamente eso es lo que temen.
Una canción que danza descalza.
Como caballos oscuros rodeándonos.
Oh hermana, virgen de las descarriadas
una canción tuya bastará para salvarnos:
Rednecks y Beatnicks crucificados
putos de la quinta Avenida
travestis junto al muro de Berlín
muñecas sodomizadas de Rimbaud
chamanes desdentados
niñas quemadas de Vietnam
mujeres creek en la reserva hambrienta
escindidas de la barba de Moloch
detectives líquidos y poetas.
Una canción tuya o un verso.
Así se funda una religión.
Así se sobrevive a la glaciación.

Dulce esperma del mundo nuevo
corazones punk bajo la nieve.
Oh hermana,
ya no existe Coney Island
allí ahora sólo hay un cementerio
de gaviotas y un Starbucks.
El mundo es un parque de atracciones
abandonado bajo la lluvia sórdida
de un invierno cualquiera.
Algunas personas son tan tristes
como una atracción de feria cerrada.

Javier Vayá Álbert


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