Si os gustan las películas de terror psicológico en la línea de La semilla del diablo o Repulsión, disfrutaréis de lo lindo de esta rareza del cine italiano, El perfume de la dama de negro (Il Profumo della signora in nero, 1974), de Francesco Barilli, repleta de guiños psicoanalíticos y tremendamente desasosegante y malsana.
Como en los citados filmes de Polanski, Barilli construye un delirante entramado de complejos y traumas, pistas e indicios que desembocan en un escalofriante final (sin duda, de lo mejor del metraje). Todo ello con un elegante sentido de la estética y el ritmo, muy por encima de la media de los giallos habituales de aquel tiempo.
Las referencias a Alicia en el país de las maravillas (como alter ego de la protagonista, Mismy Farmer, parecidísima, por cierto, a Mia Farrow) son numerosas, hasta el punto de convertir la película en una especie de versión siniestra (muy siniestra) de la novela de Carroll.
La paranoia y la esquizofrenia, el desdoblamiento de personalidad, el mundo de los sueños y las pesadillas, los golpes y cicatrices de la infancia, la magia negra y la brujería, los ritos satánicos y la pérdida de identidad, son algunas de las piezas clave de esta inolvidable película, que ha ido con el tiempo ganando prestigio y solera.
Magnífica la banda sonora de Nicola Piovani, la fotografía de Mario Masini y, muy en especial, el sorprendente y desquiciado final (que por supuesto no destriparé), una sangrienta guinda para coronar el pastel.
Vicente Muñoz Álvarez,
de Cult Movies 2: Películas para la penumbra
(LcLibros, 2018)