No hay nada preconcebido en mí
me levanto con la mano izquierda
en los testículos
y organizo el día con la vida ajustada
al borde del cansancio
ando y subo bajo y cojeo
de un pie diario y noctámbulo
y así mido mis pasos
y mis deseos
ciñendo mi versátil devenir de escéptico
a la gramática de unas bisagras óxidas
que cada día abren
una ventana de pesadas
hojas negras claveteadas en bronce
y
por la que amargamente vomito
versos insanos flores verdes
y violetas grises
amalgamadas estas
con la feroz testosterona
de lo que queda de un hombre
que antes fue campana en los áticos
pedestales
y almenas de la historia
en esta entramada patraña
más o menos trágica
de un poeta recostado
al alba de los desprestigios.
más o menos trágica
de un poeta recostado
al alba de los desprestigios.
Tomás Rivero